El peligroso circuito de la droga
El trabajo policial entonces resulta vital para frenar el circuito del tráfico de la droga hacia los consumidores finales.
El mercado de las drogas en nuestro país se mueve, al igual que la economía, en función de la oferta y la demanda, es decir, a la existencia de consumidores y a la oferta por abastecer esta necesidad, creada muchas veces por los mismos traficantes.
Esto es tan así, que a raíz de que los controles policiales en fronteras han permitido reducir de manera exitosa el ingreso de elementos alucinógenos a nuestro territorio, especialmente desde la zona norte y Los Andes, frenando el ingreso de drogas desde países como Argentina, por donde ingresa marihuana del tipo Paraguaya. Como contraparte a ello se ha producido -de acuerdo a cifras policiales- un incremento en el cultivo de marihuana entre las zonas de Coquimbo a Biobío, donde es más propicio su crecimiento. Esta hipótesis que maneja la PDI se basa en los últimos decomisos registrados en nuestro país que en el año pasado registró 185.479 plantas de marihuana, lo que representa un 50% más que en 2012 y un 132% más incluso que en 2011. Es decir, en tres años casi se triplicaron los decomisos de plantas.
En nuestra región ha proliferado el cultivo de esta planta prohibida, la cannabis sativa, en especial aprovechando las condiciones que otorgan algunos predios cordilleranos o de difícil acceso en las zonas costeras, o inclusive utilizando a modo de camuflaje la gran cantidad de hectáreas de plantaciones forestales para ocultarlas. Es así, por ejemplo, como en marzo del 2013, la PDI en conjunto con la Fiscalía de Osorno realizaron un procedimiento que culminó con el hallazgo de una plantación con 19 unidades de plantas marihuana en la zona cordillerana de San Fabián, la más grande detectada en toda la región.
Por este motivo, durante los meses de la temporada estival, el OS-7 de Carabineros ha desplegado diversos sobrevuelos en helicóptero por la zona con la finalidad de detectar estos posibles focos de cultivo ilegales y evitar su cosecha y posterior venta. Generalmente, el consumo de esta producción va directamente a consumidores en las poblaciones de nuestro país, provocando con ello dos perniciosos fenómenos: fomentar peligrosamente el consumo entre los más jóvenes y provocar con ello el aumento de la violencia por medio del uso de armas e incrementar los índices de delitos de mayor connotación social. El trabajo policial entonces resulta vital para frenar el circuito del tráfico de la droga hacia los consumidores finales.