Una costumbre denigrante
Las bienvenidas universitarias conocidas como mechoneos no son vistas con buenos ojos, distinto resultó el acto que ofreció el municipio a los jóvenes que inician el año.
Los mechoneos universitarios nacieron en la década del 60 como un rito de iniciación para dar una bienvenida festiva a quienes recién ingresaban a la educación superior. Pero a partir de los 90 comenzaron a hacerse más violentos y humillantes para los novatos. En la actualidad, se ha perdido todo el ingenio, la alegría y la sana diversión, para transformarse en actos denigrantes y vejatorios, con destrucción del vestuario y calzado. Esta costumbre ha caído en tantos excesos que en vez de buen recibimiento pasó a ser motivo de temor para los nuevos alumnos y sus padres. Pese a que la actividad universitaria se inició hace tres semanas, en la práctica las clases aún no comienzan y la ciudadanía ve cómo estos jóvenes vagan por las calles, semidesnudos, malolientes e impregnados con aceite, petróleo, pintura, restos de pescado, etc.
Lo más lamentable es que mientras más violentos y denigratorios son los actos contra los alumnos, éstos intentarán superar esa marca al año siguiente, con lo que se produce una espiral de mal gusto y de crisis de creatividad que es difícil de comprender que ocurra entre universitarios. Del mismo modo, se aprecia una pasividad de las autoridades universitarias -tal vez pretendiendo que lo mejor es no entrar en conflictos recién iniciado el año- y de la dirigencia estudiantil, lo que daría pie para pensar que están de acuerdo con estos actos.
Es evidente la molestia de la ciudadanía, y así lo hace saber en la gran cantidad de cartas que envía a la Redacción, que no entiende cómo jóvenes con un nivel de preparación superior al promedio cometen tal desprecio por la dignidad de los novatos, a quienes se les someten a verdaderas agresiones, se les destruye el vestuario, en evidente atropello a sus derechos humanos.
Cada año somos testigos de esta grave crisis de falta de imaginación que exhiben los futuros profesionales, jóvenes que deambulan por las calles, pintarrajeados, sucios y semidesnudos, pidiendo limosna hasta completar la suma que les exigen los alumnos del cursos superiores, con el fin de organizar su propia fiesta. Son los mismos que el año anterior pasaron idéntica prueba. ¿Hasta cuándo? La gente está cansada de esos abusos y de un espectáculo que, a todos los ojos, aparece como denigrante para las personas y que no se condice con la formación de valores que deberían tener, en sus hogares y en su lugar de estudios, los jóvenes que son considerados la materia gris de nuestra sociedad.
Un ejemplo a seguir sería lo que vimos la noche del jueves, con un masivo espectáculo ofrecido a los nuevos estudiantes que llegan a Chillán, o iniciativas como el apadrinamiento de los "mechones" impulsado por la Universidad del Bío Bío. Ambos motivan y dan pie a iniciar un año académico con las mejores vibras.