Las condenas que se basan solo en la declaración de "testigos secretos" no tienen legalidad ni legitimidad.
Imagínese la siguiente situación: Un día llega la policía a su domicilio, le exhiben una orden de detención en su contra por un delito. Es llevado a un cuartel, le dicen que hay personas que lo sindican como responsable, pero no le aclaran quiénes son. Le insisten, en que sería bueno que confesara porque las pruebas en su contra son contundentes. De paso le anuncian que será formalizado, arriesgando quedar en prisión. En ese momento se entera que los nombres de las personas que lo imputan, son y serán secretos. Suena mal, cierto. Pues bien, ese es el centro de una discusión tan antigua como el hombre, me refiero a la posibilidad de conocer "cara a cara" a la persona que a uno lo acusa. Sin secretos. Sin nada que impida mirar a los ojos a quien nos señala con el dedo. Lo que le comento no está alejado de la realidad y podría tenerlo como protagonista. No porque usted sea un "gran delincuente", sino porque como escribió días atrás, en este mismo espacio, el Defensor Regional, las personas y los sistemas de justicia pueden equivocarse, confundirse.Este debate que parece tan trivial y que puede tener insospechados efectos en su vida y en la mía, se da en tribunales de la región por estos días, con investigaciones que buscan llevar a juicio a personas imputadas por distintos delitos y que están sostenidas en el testimonio de personas anónimas, de las que nada se sabe. Al menos defensas y acusados, nada saben de ellas. Desde la Defensoría Penal Pública nos hemos opuesto desde siempre a esta figura, que la ley pareciera permitir en contextos muy acotados. Y lo hacemos no por porfía ni mala voluntad, sino por exigir un debido proceso. Tan importante como saber qué se dice, es conocer quién lo dice. No es casualidad que esta columna lleve mi nombre y una foto identificándome.Los procesos, las pruebas y las condenas que se basan únicamente en la declaración de "testigos secretos" o con "reserva de identidad" no tiene legalidad ni legitimidad. No sólo por lo cuestionable de su método, sino por la baja calidad que ofrecen. Le insisto no es porfía. Es necesario saber quien está tras el velo, ya que la legitimidad de una condena penal se basa no sólo en la sanción del delito.
Jefe de Estudios de la Defensoría Penal del Bío Bío