El gobierno ha elaborado el proyecto de ley que crea una AFP estatal, que será enviado al Congreso. Se recuerda que en 1998, el Legislativo rechazó una iniciativa que se orientaba a ese mismo objetivo. El tema central es qué se puede ganar o qué se puede perder con una AFP estatal.

El comportamiento de los fondos previsionales que los trabajadores entregan a las administradoras para que los inviertan, está directamente relacionado con los vaivenes de la economía. Desde un plano teórico, se dice que se evitaría el cobro de comisiones excesivas y aumentaría la cobertura, ya que la administradora estatal debería incentivar la competencia.

El gobierno corporativo de las empresas del Estado ha sido un tema complejo de abordar. En los últimos años, algunas autoridades han tratado de ver cómo garantizar que las empresas estatales sean entidades al servicio de la gente y del país, con intereses claros, y no una especie de caja fiscal y de pago de favores políticos. Bien conoce la ciudadanía la larga lista de casos emblemáticos que se han denunciado ante los tribunales y la Contraloría, de empresas y reparticiones fiscales donde se han cometido acciones fraudulentas, de preferencia en períodos electorales.

Una AFP estatal que movería cuantiosos recursos de los cotizantes, podría ser el instrumento para financiar muchas de las quiebras o desaguisados generados por la mala planificación o la mala gestión. Decisiones políticas y no técnicas podrían llevar, por ejemplo, a la AFP estatal a comprar papeles de esas empresas en semi quiebra para inyectarles recursos y salvar la imagen política de los responsables. Financiar por esa vía los descalabros económicos pondría en riesgo la rentabilidad de los cotizantes, que seguramente serán muchos, atraídos por el discurso de que hay que estar en la 'administradora de todos los chilenos'.

La misma Presidenta al firmar el proyecto ha señalado que 'ésta no es una solución de fondos, pero es un avance', restándole desde ya trascendencia a la iniciativa, en un tema que es tan relevante para el futuro de los trabajadores. Entonces, parece inconsistente que se insista en que el Estado puede manejar el tema, cuando el sistema de AFP nació en 1981, precisamente porque el anterior, de las cajas previsionales, estaba quebrado. Fueron los gobiernos, que utilizando los recursos de los trabajadores, lo llevaron a la quiebra.

Desde hace algunas semanas, a propósito del fallecimiento de Gabriel García Márquez, se han multiplicado los homenajes y se han publicado semblanzas, artículos y críticas en distintos medios para resaltar la figura y obra de este autor.

Todos estos reconocimientos, merecidos por lo demás, a este notable escritor colombiano, nos hace recordar que la obra literaria de nuestro continente es variada y multifacética, con autores que tal vez, no despertaron el interés mediático que produjo García Marquez, pero que han creado obras que merecen contarse entre lo mejor de la literatura universal.

Hace 52 años se publicó por primera vez en Ciudad de México uno de las obras capitales de la literatura latinoamericana. Me refiero a 'El siglo de las luces' del novelista cubano Alejo Carpentier, autor que de alguna manera ha sido injustamente olvidado pero que produjo algunas de las novelas más notables de la narrativa de este continente; entre otras, 'Los pasos perdidos' y 'El reino de este mundo' que renovaron la narrativa en español, antecedieron el surgimiento de lo real-maravilloso en la literatura y anticiparon esa eclosión que fue el llamado 'boom latinoamericano' que tiene al propio García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar entre sus más grandes exponentes. Estudioso de la historia y del Caribe, siempre sorprendido ante la riqueza cultural de esta región que como pocas sintetizó el cruce de culturas; la europea, la indígena y la africana, que dio paso a expresiones propias tan particulares como el sincretismo religioso, donde las comunidades negras traídas forzadamente a América veneraban a sus dioses en la figura de los santos católicos.

Cuando se planteó escribir esta novela, Carpentier, hijo de padre francés, el mismo nacido en Francia, pero criado desde muy temprana edad en Cuba quiso representar en el ámbito del Caribe, el impacto de la Revolución Francesa, en la persona de tres huérfanos, herederos de una gran fortuna en la ciudad de la Habana y un comerciante francés Víctor Hugues, figura histórica, cuyos pasos pueden seguirse en distintas etapas del proceso revolucionario y posteriormente en América, donde fue enviado para promover esta misma revolución.