Aún se escuchan los ecos del Mundial de Fútbol efectuado en Brasil. Pero ahora predomina el tintineo de los dólares que se manejan en el mercado de fichajes de jugadores. El billete verde se transforma en oro, en una actividad que hace tiempo dejó de ser deporte para transformarse en un carísimo espectáculo.
En torno a los jóvenes artistas del balón se mueven máquinas enormes, muy lucrativas, que utilizan todo los métodos para subir los precios de esta 'mercancía' que provoca emociones cada fin de semana a millones de aficionados. Y estrujan a los chicos hasta límites insospechados.
Todos sabemos que la vida 'útil' de un futbolista es corta. Depende de los éxitos, de los goles y de los aciertos en sus malabares dominicales. Entonces, los 'expertos' calculan montos de inversión, tanto en el jugador como en el marketing adecuado, para alcanzar rentabilidades que asustan a cualquiera.
Nos quedamos con la boca abierta cuando sabemos que Alexis Sánchez va a ganar en el Arsenal inglés cantidades superiores a los 700 millones de pesos chilenos, cada mes. Y cuando sabemos que Gary Medel podría ganar en el Inter de Milán una suma cercana a los 3 millones de pesos cada día.
Nos adelantan que si Arturo Vidal consigue firmar por el Manchester United como nuevo destino, todas estas cifras quedarían chiquitas. La lista de nuevos millonarios chilenos es larga, con Claudio Bravo en el Barcelona, Gonzalo Jara en el Mainz 05 alemán, Cristopher Tosselli en el Levante español, Jorge Valdivia y Pepe Rojas a los Emiratos Arabes…sin incluir a los que ya están demostrando sus cualidades en el extranjero.
¿Cómo repercutirá todo esto en muchachos de modesto origen, de condición humilde, muchas veces de formación escasa, que tocan el oro con sus manos? Otras 'máquinas' comienzan a rodearles para hacer producir tales ingresos, con la premisa de 'proteger sus intereses'. Talentos deportivos hemos tenido siempre. Incluso, para llegar al tercer puesto de un Mundial. Faltaron oportunidades en el pasado para que aquellos futbolistas salieran a mostrar sus cualidades y aprender de otras culturas. Y así, formarse integralmente para asegurarse el futuro.
Pero, eran otros tiempos. Por desgracia, aquellos enormes talentos del ayer, sólo se quedaron en recuerdos prendidos en el papel del diario o la revista, en la foto ajada pegada en la pared de algún aficionado. Sin embargo, muchos siguen vivos en el recuerdo permanente de los que seguimos amando al fútbol como deporte, lejos de las cantidades obscenas que lo transforman en un simple -aunque lucrativo- negocio.