La Municipalidad de Portezuelo ha tomado el camino de apoyar de manera decidida al mundo campesino y rural de la comuna, a través del evento 'Encuentro con el Mundo Rural', que tendrá lugar el próximo 5 de octubre. Se trata de la sexta versión de la actividad con la que el municipio, con el apoyo de Sernatur, busca potenciar a sus productores locales con ferias productivas, mezcladas con actividades de fomento al agroturismo. Es éste el camino que han tomado muchos municipios de la provincia para generar visitas a través del turismo interno, tomando en cuenta las tradiciones que cobija este fértil territorio.
Así por ejemplo, los encargados del turismo en cada uno de los consistorios han buscado generar atractivos que permitan diferenciar y, a la vez, mejorar la oferta para los visitantes. Así como San Nicolás inició este año la Fiesta de la Cazuela de Pava, con un buen margen de público; también Quillón ha ido creciendo con su evento de la 'Guerra del Tomate' o la 'Fiesta de la Cereza', que también realiza Chillán. En Pinto han resultado atractivas actividades de esquila, pero aún hay una deuda con los Arrieros de Atacalco, cuyas costumbres no han sido tomadas en cuenta como una atracción de turismo rural.
Se pueden mencionar muchas actividades que están generando flujo de turistas. Las fiestas del Choclo y del Tomate chillanejas, la Fiesta del Cordero en San Fabián, las Fiestas de la Vendimia, la Fiesta de la Chupalla en Ninhue, las Trillas a Yegua Suelta, todos encuentros costumbristas que son muy valorados por quienes gustan de las tradiciones autóctonas, que a partir de septiembre comienzan a tomar fuerza.
Sin duda faltan muchos impulsos similares en otros puntos del territorio. El Concurso del Vino de Ránquil es uno de esos esfuerzos loables, que ha logrado ser una vitrina para los productores viníferos del Valle del Itata. No obstante, se echa de menos una Fiesta del Pipeño, mosto tan codiciado en la zona metropolitana, pero no tan valorado en su origen. Cada una de estas iniciativas aporta no sólo valoración de lo local, sino que releva de manera importante a los productores. Qué sería de Quinchamalí sin su artesanía, o Cobquecura sin su patrimonio costero o Coihueco, sin aquellas fiestas en el tranque o las historias del oro de Minas del Prado. Ñuble debiese crear una estrategia que aglutine esas raíces y costumbres de sus 21 comunas y promocionar una agenda productiva, agroturística y gastronómica a nivel internacional, con un calendario conocido que entregue al visitante panoramas todo el año. Esa red es el mayor desafío para el futuro.