La discusión que se ha abierto durante este año con respecto a la eventual despenalización del aborto debe ser una de las más difíciles en nuestro país, puesto que contrasta directamente contra el derecho a la vida de quien está por nacer. Esta semana, la discusión se ha visto fuertemente reavivada a raíz del caso de una menor de 13 años de edad que fue abusada sexualmente, quedó embarazada y presentó inviabilidad fetal. El caso remeció por su crudeza las distintas bases de nuestra sociedad y volvió la discusión al seno de la opinión pública tanto como del parlamento, donde a través de diversas mociones se ha intentado despenalizarlo a lo largo de los últimos años.
El aborto en Chile es ilegal según el Código Penal de Chile de 1874. Nuestra legislación, en este sentido, es considerada como una de las más restrictivas del mundo al considerar punible incluso el aborto terapéutico. El pasado 21 de Mayo la presidenta Michelle Bachelet anunció al país su intención de patrocinar un proyecto de ley durante este año para eliminar no sólo esta restricción de la ley, sino que además evitar que se considere un delito el aborto en casos de violación o riesgo de vida de la madre.
La Iglesia Católica defiende el derecho a la vida de quien está por nacer desde el momento mismo de la concepción, aunque se ha mostrado abierta a no condenarlo solo en el caso del aborto indirecto, o terapéutico, en que la curación de la madre enferma suponga inevitablemente la muerte del hijo, según lo reafirmó el Papa Benedicto XVI en un discurso en Luanda en marzo de 2009.
El Colegio Médico de Chile apoya dicha consideración de la iglesia cristiana en los casos de inviabilidad fetal, pero reconocen que no existe consenso sobre la interrupción del embarazo para los casos de violación. Inclusive, en mayo de este año, el rector de la Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, fue más allá y afirmó que "el aborto terapéutico en Chile no se requiere" ya que, cuando existe riesgo en la vida de la mujer por el embarazo, "el equipo médico actúa de acuerdo a las necesidades de la madre".
En este tema tan delicado, es importante marcar las distinciones. Una cosa es la inviabilidad de la vida del feto, y otra muy distinta es interrumpir la vida cuando el feto padece una enfermedad severa, lo que se considera aborto eugenésico. Los casos de embarazo producto de una violación generan una discusión distinta. Aquí, la madre ha sufrido una grave injusticia, el fruto de un crimen y el debate es distinto al del aborto "terapéutico" o eugenésico. ¿Es justo matar al no nacido producto de esta injusticia?, ¿es culpable el nonato por las circunstancias que rodearon su concepción?. Pese a esta dramática realidad, ¿está realmente en peligro la vida de la madre?. Es importante que estas distinciones formen parte del debate y no se engañe a la sociedad con el adjetivo de "terapéutico", en este último escenario.