Hace meses el músico y cantante Peter Rock lucha junto a su esposa para frenar la enfermedad degenerativa, no sólo con medicamentos, sino que también con el máximo buen humor posible. "Sé que nunca más voy a tocar guitarra, que nunca más voy a cantar (…) Pero aunque me recupere un poco y pueda caminar con bastón o me mueva en silla de ruedas, voy a estar contento", aseguró en una entrevista al portal www.emol.com.
"Si no hay sentido del humor, no hay vida", ésa es la filosofía de Peter Mociulski von Remenyk, el extrovertido cantante quien brillara durante la nueva ola, cantando "Entre la arena y el mar", hoy, a sus 69 años está pasando sin duda la etapa más difícil de su vida, luego de ser diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA.
"ELA huevada que tengo yo", dice sentado en el sofá del living de su departamento en Reñaca. Ahí, Nileya Castro, su esposa, y la hija de ésta, no sacan los ojos de encima de Peter. De vez en cuando, él les pide ayuda, papel para sonarse -la enfermedad lo obliga a hacerlo cada cierto tiempo- y con un brazo paralizado, se le hace complicado. También le cuesta hablar. Nileya dice que a Peter se le recogió la lengua, pero el músico prefiere hacer chistes de eso, diciendo que habla como viejito. "Lo que más me gusta hacer es entretener", asegura el llamado "faraón del rock". "Y después de más de 50 años haciéndolo, ¿qué más puedo pedir? Lo único que me queda por pedir es que Dios me dé la fortaleza de tener sentido del humor y tomar la vida cotidiana positivamente. Como dicen, el pasado es historia, el futuro es un misterio y el presente, un regalo. Y los regalos se disfrutan en el momento. Por eso, todos los días despierto y digo 'bueno, estoy vivo, estoy bien".
larga travesía
Fue una larga travesía médica la que Nileya y Peter pasaron para poder saber al fin qué estaba provocando que el músico perdiera en un abrir y cerrar de ojos 10 kilos de masa muscular. "Se achican todos los músculos, menos uno. Ése está bien", explica riendo, antes de recordar la cantidad de exámenes que se hizo, y que en un primer minuto apuntaban a que sufría de polineuropatía. Pasaron meses antes que le confirmaran ELA, la misma enfermedad que padece Stephen Hawking.
"Fue un pencazo más o menos", recuerda. Pero no fue hasta enero de este año, cuando falleció la única hermana que Peter tenía en Chile -tiene un hermano que vive en Suiza-, que al cantante le vino el bajón más grande, o al menos eso es lo que confidenció el conserje del edificio del músico, que extraña sus risotadas y paseos a la piscina o al sauna, en el primer piso. "Es que es complicado echarle la culpa a eso. A mi hermana le diagnosticaron cáncer al pulmón hace 8 años y le habían dado 6 meses de vida. Así que fue un ejemplo de lucha increíble. Claro, mi hermana es mi ángel, los tres hermanos somos los más unidos en el mundo. Por eso, fue difícil aceptarlo, pero llegó un minuto en que me sentí un egoísta. Ella estaba pesando 40 kilos, tenía 72 años, ¿para qué la íbamos a tener viva sufriendo? Eso no es vida. A mí, que me haya empeorado la enfermedad con su muerte, no. Ahora sí, es un dolor que nunca se va", comenta Peter en casi el único momento de la entrevista en el que se pone serio, aunque no se demora mucho en cambiar el switch y hablar de su amor por entretener. "Es muy importante estar consciente de para qué viniste a esta tierra, para que vayas en esa dirección. Yo podría haber sido médico, sacerdote…cualquier cosa. Hasta mujer (ríe)".
"En serio, a los 10 años quería ser cura. Tenía todo un cuento con Dios. Después quise ser detective y mecánico. Finalmente, fui músico".
"Es que tengo una presión sobre mis hombros. Fui el primero del movimiento musical más importante de Chile, la Nueva Ola, donde todos somos una familia muy unida, no hay envidias; Buddy Richard, los hermanos Zabaleta, Luis Dimas, Cecilia… Amo a mi país, a mi gente. Me devuelven todo el cariño que yo he entregado, y lo veo como una recompensa. Destinas más de 50 años de tu vida, y tu nombre va a ser recordado. Eso es más que un millón de dólares".