El idioma como signo y expresión natural
Porque lo considero así, fue que me cambié de canal, cuando después de haber escuchado la rutina de dos humoristas que rememoraban el festival del año pasado en Viña del Mar, me hartaron, me aburrieron con la repetición reiterada de palabrotas, que hasta para la intimidad resulta odioso oírlas. Sin embargo, eso estaba ocurriendo ante una Quinta Vergara absolutamente llena, presidida por la señora Alcaldesa de Viña del Mar. Todo eso ocurría, porque dos humoristas estaban haciendo pedazos el idioma, ése que todos hablamos y que es un tesoro, patrimonio cultural, el oro, que nos dejaron los españoles, según el decir de Neruda. ¿Cómo terminar con este uso y abuso contra uno de los idiomas más ricos del mundo occidental? A este respecto, recuerdo al profesor Andrés Cox Balmaceda, quien en 1982 (33 años atrás), estuvo en Chillán, presentando su libro "Lenguaje y vida" (Editorial Renacimiento), un libro de 150 páginas, donde con mucha claridad, el autor expone este problema. En uno de sus pasajes el profesor Cox escribe: "El chileno, si no dice palabras groseras en cada frase, no queda contento, no es capaz de expresarse. El vocabulario de muchos está llegando a extremos insoportables, adjetivos, interjecciones, expresiones, frases intercaladas, no hay por donde tomarlas. Si alguien le fue mal, le fue como "las huevas", si se asustó, la interjección es "chucha". Si fulano le pegó un puñetazo a mengano, "le sacó la cresta"; para dirigirse a otro "oye huevón". ¡A qué seguir! En relación con esta última, aquella noche de la programación televisiva, con los humoristas, pronunciaron más de cincuenta veces esa palabra y varias otras, que por prudencia no las escribo. Los jóvenes, que estuvieron allí, vieron como sus mayores aplaudían a rabiar, riéndose y ovacionando este festival de groserías ¿ Cómo podríamos terminar con esta inmundicia verbal, esta práctica idiomática tan lamentable? Pues, con mucha educación y respeto. Es evidente que la televisión, uno de los más poderosos medios de comunicación, tiene en esta materia una gran responsabilidad. Todavía recuerdo con agrado al humorista boliviano que durante muchas jornadas hizo reír a la Quinta, sin acudir al garabato. Sandy era su nombre Q.E.P.D. ¡Mi homenaje!
Carlos René Ibacache I.