¿Quién no ha pasado media vida buscando la felicidad?. Y después de buscarla y buscarla…¿la ha encontrado?. Soy un ferviente buscador de las felicidades que cada día nos depara la vida a la vuelta de cada esquina. A veces, soy muy feliz con el paisaje de la cordillera, con sus nevados blancos y el sol saliendo a bailar en las mañanas primaverales. O con el brillo de una calle en invierno, azulosa de lluvia, tendida en la noche fría. Y soy feliz con la sonrisa de un niño, con la caricia de una abuela o la palabra oportuna en el momento de dudas. Soy feliz con el aliento de mi amada, con sus suspiros y con sus silencios.
Me siento feliz en los recuerdos y también en las esperanzas. Soy constructor de felicidades con las imágenes que me rodean o las que me invento cuando duermo. Si, soy constructor de felicidades, porque soy un convencido de que cada uno debe ser capaz de inventarse el horizonte más bello y placentero, en vez de alentar los desaires que nos hacen desaprensivos o acomplejados.
Me siento positivo y trato de contagiarlo, porque considero que la felicidad no sólo es un derecho y un deber, sino por sobre todo, una obligación de cada cual.
Por todo lo anterior es que les voy a formular una invitación muy sincera y desde el fondo del alma: vengan ustedes a la presentación de un libro que ha escrito un amigo y colega de Santiago, Raúl Rojas, que se refiere precisamente a la felicidad. No a cualquiera felicidad, sino a la chilena, a la nuestra, a la que existe en nuestras vidas, dentro de las cuatro paredes de nuestra estrecha geografía.
Raúl Rojas nos ofrece sus "300 consejos para ser feliz en Chile", convertido en libro, esta tarde en el Salón O'Higgins de la Gobernación. Y me parece que es una buena oportunidad para compartir optimismos, para aprender caminos vitales sin obstáculos superfluos, y para buscar en conjunto las pequeñas felicidades que constituyen el buen vivir cotidiano.
A menudo se comenta que estos actos son aburridos, repetitivos y entre puros veteranos de mil batallas. Pero este, no. No será así. Porque el autor es un hombre lleno de vitalidad, atesorado de anécdotas y repleto de experiencia envidiable y sorpresiva. Con manejo del lenguaje sencillo, alejado de la adjetivación exagerada y con una gesticulación completamente simpática, el periodista y catedrático irá desgranando el cúmulo de consejos que nos permitirá alentar la búsqueda permanente de la felicidad. Se lo recomiendo. No deje de asistir.
Miguel Angel San Martín