En el sur de nuestro país se concentraron ayer sábado diversas manifestaciones de indignación ciudadana. Unas trascendieron por su intolerancia y agresividad hasta ser reproducidas por los medios capitalinos; otras, si bien fueron más silenciosas, constituyeron un verdadero ejemplo de civilidad y que la lucha contra la corrupción se puede expresar de manera pacífica.
En Osorno, la llegada del nuevo obispo Tomás Barros fue recibida con muestras de violencia de parte de cierto grupo de fieles y no fieles, debido a lo que se ha considerado como presuntos encubrimientos del religioso hacia los abusos sexuales y de potestad eclesiástica del sacerdote Fernando Karadima.
El prelado ha manifestado su desconocimiento de los casos ocurridos en la Parroquia de El Bosque, mientras obispos como Fernando Chomalí han pedido a la diócesis que le concedan una oportunidad para manifestar la misión que le ha encomendado el Papa Francisco como pastor.
A 500 kilómetros de distancia, en Chillán, la capital de la provincia de Ñuble, se vivía una masiva marcha de los llamados "indignados" contra la corrupción política y empresarial develada a través de los casos judiciales Penta, Caval y Soquimich. La jornada fue pacífica y cumplió el objetivo trazado por sus organizadores, manifestar el repudio hacia este tipo de hechos de manera transversal, sin banderas ni consignas políticas, donde la comunidad y asociaciones ciudadanas tuvo la oportunidad de manifestar su parecer abiertamente y dar una señal de que la corrupción afecta el corazón de los chilenos y que no dejarán de hacer sentir su voz para condenarla.
Unas 400 personas marcharon, entonaron el himno nacional, hubo bailes y un sentido de unidad de los chillanejos descontentos. Esta muestra sin violencia no llegó hasta los noticieros de los canales nacionales como lo sucedido en Osorno, pero tuvo un valor más intrínseco. Fue la primera manifestación desde el sur por la transparencia y los valores que inspiraron la política y el servicio público en nuestra nación.
Sin desconocer las válidas razones que pueden motivar el descontento osornino, es innegable que hay más valor en una protesta sin violencia, que en el ataque como arma de intolerancia. En palabras del político y pensador, Mahatma Gandhi: "Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia".