El Día de la Tierra
El día de la tierra nació el año 1970, un 22 de abril y específicamente en los EE.UU., en donde más de 20 millones de personas participaron de esta primera celebración. ¿Las razones? Fundamentalmente, el despertar, en lo que respecta a opinión del ciudadano común respecto de los crecientes problemas de contaminación y polución que, en general, aún viven y sufren las grandes urbes americanas, y que la naciente Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU. recién estaba atacando para mejorar la calidad del aire y el agua.
A partir de entonces, el Día de la Tierra se celebra cada año con la participación de más de mil millones de personas, en 180 países de todo el mundo. Sin embargo, en nuestros días, El Día de la Tierra no crea la conciencia y la expectativa entre el público de la misma manera que lo hacía décadas atrás. Probablemente, el bombardeo permanente de información y estímulos tendientes a maximizar nuestro deseo de consumir, nos aleja del sentido de esta celebración.
Celebramos el Día de la Tierra, fecha que busca crear conciencia y reflexión respecto del enorme y creciente impacto que como sociedad generamos en la naturaleza y en el ambiente en general. La economía de mercado, a la cual estamos adscritos hace muchas décadas, nos hace consumidores cada vez más compulsivos, sin la capacidad de detenernos a pensar respecto del impacto que dicho consumo tiene sobre los frágiles y escasos "recursos" que ésta, nuestra única tierra, nos puede entregar.
José Mujica, ex presidente de Uruguay lo planteó en una célebre pregunta en su discurso de 2012 en Río de Janeiro: "¿El Mundo tiene hoy los elemento materiales como para hacer posible que miles de millones de personas puedan tener el mismo nivel de consumo y despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales?".
La respuesta claramente es NO. No podemos seguir pidiéndole a nuestro planeta que nos entregue sin pausa sus recursos sin pagar el costo asociado, llámese cambio climático, sequías extremas, huracanes altamente destructivos y otros fenómenos que cada vez se hacen más y más fuertes.
El Día de la Tierra debe ser un momento para la reflexión. Un momento en el cual nos preguntemos qué estamos haciendo individualmente para revertir o al menos minimizar el impacto negativo de nuestras acciones sobre el medio ambiente; y sin duda también, un momento para recordarle a nuestras autoridades que tienen un mandato, expresado en la Constitución política de Chile y en las leyes ambientales, que implica resguardar nuestro derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, en donde nosotros y nuestra descendencia pueda desarrollarse saludablemente.
Leonardo Pons Cabezas,