El desafío de una tolerancia inclusiva
El multiculturalismo se puede vivir de diversas maneras: en el diálogo (aprendiendo unos de otros), en el indiferentismo (todo da igual con tal de que nadie moleste a nadie), o en el fanatismo (la imposición de unos sobre otros). En estas actitudes tanto el pluralismo como el multiculturalismo, ocupará un rol protagónico la virtud de la tolerancia como aquella que busca la realización de todos en la sociedad. El multiculturalismo o la llamada diversidad cultural se han convertido en un fenómeno único en "aquellas sociedades que han sido suficientemente abiertas como para admitir la integración en su seno de personas de distintas culturas de procedencia". Por eso se señala que el fundamento del multiculturalismo lo encontramos en el valor que se le concede a la libertad de las personas; siendo este un rasgo característico de la cultura occidental. La aceptación de esta pluralidad cultural se verifica en una visión de la tolerancia y cuando dentro de las democracias occidentales se considera la tolerancia social como un bien, surge el problema de los límites del multiculturalismo, "esto es que nuestra libertad ampare incluso una forma de conducta que la niega de manera directa y la pueda poner en peligro". La finalidad última de la tolerancia es la búsqueda de la verdad entre todos. No se renuncia a la verdad, y se comprende que el conocimiento es una actividad humana, llevada a cabo por seres humanos, y por tanto siempre puede ser corregida, mejorada y aumentada. La realidad es multilateral, tiene una ilimitada multiplicidad de aspectos. La tolerancia exige vivir en la verdad, por eso el multiculturalismo como convivencia precisa de un proyecto común, y de valores básicos que sean compartidos, para que así todos podamos convivir y realizarnos como individuos y como sociedad. La verdadera tolerancia engendra una sociedad inclusiva, bajo ese proyecto en común que se construye. En cambio, la falsa tolerancia nos lleva a coexistir y no a convivir, es decir, juntos pero no revueltos.
Pbro. Alejandro Cid Marchant