Chillán es tierra solidaria. En su historia, ha vivido las penas y los dramatismos de una naturaleza caprichosa, difícil, briosa incluso. Terremotos cada siglo que han intentado hacerla desaparecer, pero que de los derribos ha sacado fuerza y se ha vuelto a encumbrar hasta llegar a las alturas de hoy. Pero no lo ha hecho sola. Siempre ha recibido manos tendidas y solidarias que la han ayudado a ponerse de pie y a volver a caminar. Por eso, nuestra gente es fuerte, resistente y cargada de solidaridad. Porque de aquella que recibió, ha sacado la enseñanza para retribuirla a quien la necesite.
De ahí entonces que los forasteros han llegado, se han enamorado de esta tierra y se han quedado. Y un ejemplo de lo que decimos, lo constituyen los miles de palestinos que han venido a este confín del mundo en busca de paz, de oportunidades para vivir tranquilos y con la mirada en un futuro sin lágrimas. Palestinos que han cerrado las puertas de sus casas, se han echado las llaves al bolsillo y han emprendido la marcha allende los mares para buscar, simplemente, una vida mejor. No importa la lejanía de su tierra, porque la luna es la misma, el sol es el mismo y la tierra, también.
Y han sido acogidos aquí con los brazos abiertos y el corazón latiendo al unísono, en un abrazo de fraternidad solidaria, confiados en que la fusión de ambas sangres produciría un Chillán mejor, más diverso, con mayor amplitud de miras.
Los palestinos que vinieron primero, también aprendieron de nosotros, de nuestra capacidad de sacrificio, de nuestra voluntad de organizarnos para avanzar, para conseguir metas mejores. Y es por eso que ellos también quisieron recordar la Patria Grande, con un corro de Patria Chica, creando el Centro Unión Palestina. Y de eso ya va un centenario.
Este mes, precisamente, se cumplen los primeros cien años de este Centro que ha conseguido mantener, generación tras generación, el sentimiento de los palestinos muy vivo, muy presente.
Hace sólo un par de años despedimos al último palestino/palestino que quedaba con vida en nuestra tierra. Hoy le suceden sus hijos, como también los hijos de los otros que llegaron desde la lejanía para echar sus raíces aquí…Y se les suman los que nacieron en la mezcla magnífica de lo andino con lo árabe. Todos ellos, manteniendo ese Centro Unión Palestina centenario, que sigue enarbolando la bandera albiverdinegra con el triángulo rojo, flameando junto a nuestra tricolor de la estrella solitaria.
Miguel Ángel San Martín Periodista.