Todo lo que tenga como referencia la Escuela Normal, será siempre de mi agrado. Por eso el museo Normalista que crearon sus exalumnos en Chillán, lo considero un acierto y ojalá tenga imitadores en otras ciudades donde funcionaron Escuelas Normales.
Estuve allí el pasado martes 24, con motivo de la inauguración de la Primera Exposición pictórica de maestros normalistas de Chillán. Por supuesto, allí nos encontramos con los ya conocidos pintores nuestros, exalumnos de nuestra Escuela Normal: Luis Guzmán Molina, Carlos Abarzúa Zapata y Julio Bejarano, todos los cuales están vigentes y otros tres que ya partieron al mundo de los recuerdos, Baltazar Hernández, Guido Solar y Gumercindo Oyarzo. Completan la nómina de expositores Mónica Coloma, Ceferina Saez y Horacio Parada.
Mi adhesión a la enseñanza normalista la tengo desde niño, porque desde el ciclo básico, fueron normalistas mis maestros, a quienes nunca he olvidado, don Carlos de la Barrera, director de mi escuela, la N° 6, hoy "El Tejar" y sus profesores Gerardo González Loyola, Arturo Urrejola Durán y Chelita Muñoz, mi profesora de Caligrafía. Ellos fueron mis impulsores para en su momento, comprometerme yo con esta profesión, que como tal estudié posteriormente en la Escuela Normal de Victoria, donde durante 26 años trabajé en sus aulas.
Cuando ingresé a la Universidad Austral, tuve una revelación de parte del Decano de mi carrera, el profesor Eleazar Huerta Valcarse. Un día fui a visitarlo a su oficina. No es taba. Debí esperarlo. Esa espera me permitió leer varios títulos que él, como doctor en letras, tenía colgados en la pared. Uno de esos documentos me llamó la atención. Mi decano era profesor Normalista. Entonces me contó: "Yo me doctoré en letras y luego advertí que me gustaría enseñarlas. Entonces me matriculé en la Escuela Normal de Albacete, mi ciudad natal. Yo sabía que la Normal era la única posibilidad que tenía para aprender a enseñar. Porque eran las únicas que se habían comprometido con los grandes pedagogos mundiales como Marcuse, Compte, Decroly, Pestalozzi, etc. "Coincidí absolutamente con mi Decano y profesor y lo felicité". Ya lo sabía, le contesté. La forma de hacer sus clases lo demuestra.
Por eso cada día que pasa, no puedo comprender por qué las cerraron. Por fortuna aún están vigentes en Europa y América. Esperamos que las nuevas generaciones las repongan en Chile. Mientras tanto, celebremos estas iniciativas, como la ocurrencia de los museos.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.