El momento actual invita a bucear por los recuerdos, pero también a vivir para esperanzarse. Contrariamente a lo que nos pueda parecer es bueno recordar, cuando menos para no repetir errores de nuestra historia. También es saludable para seguir viviendo, con más alma que cuerpo, hacerlo despierto; sobre todo, para poder defendernos de las torpezas que nos podamos encontrar en el camino. Es la falta de ilusiones lo que nos hunde; porque la propia vida es eso mismo, un caer y un volver a renacerse.
Claro que cuesta levantar el ánimo y no dejarse abatir por una realidad fermentada por las guerras y el sufrimiento. A veces pienso, que más que una leyenda somos un camino, pues cuando busco en mi memoria, siempre me hallo con aquellas vivencias, que casi nunca me dieron fortuna alguna, pero que sí me sirvieron como alas para levantar el vuelo, o si quieren para cambiar de actitud.
Ciertamente, las actitudes son más importantes que las aptitudes, por aquello de que nuestro modo y manera de ser, y máxime cuando se trabaja en conjunto, es lo que nos permite avanzar como humanidad, humanizándonos cada día un poco más.
He aquí un claro testimonio esperanzador, el que Naciones Unidas recuerda en su setenta aniversario, el esfuerzo global para acabar con el Ébola, la unidad de todos los Estados miembros para invertir en el futuro de nuestro planeta adoptando unánimemente la Agenda para el Desarrollo Sostenible con el fin de erradicar la pobreza y el histórico Acuerdo de París, con el que juntos lucharemos contra el cambio climático.
Desde luego, tan importante como responder a las necesidades de las personas es cuidar y proteger nuestro exclusivo hábitat como bien colectivo. Es público y notorio, que muchos de los problemas actuales ya tienen que ver con el agotamiento de los recursos naturales.
Sin ir más lejos, algo tan básico como el agua potable y limpia, indispensable para todo ser vivo, se viene deteriorando, hasta el punto que, algunos estudios, han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda dentro de pocas décadas. Esto nos indica que hemos de ser más cuidadosos y derrochar menos, cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran dejadez.
Por Víctor Corcoba Herrero Escritor español