Constanza Velásquez
"Ese día martes 5 de enero, Sebastián salió de turno a la 8 de la mañana, le había tocado segundo patrullaje, es decir trabajó desde las 8 de la noche del día lunes hasta las 8 del día siguiente. Se despidió de nosotros y se fue a su casa en Rucapequén, nunca nos imaginamos lo que iba a pasar horas después".
Así comienza el relato del suboficial José Rivero, jefe del Retén de Quinchamalí, quien la noche de este martes fue protagonista en la detención de Sebastián Fuentealba Toro (22), joven carabinero que disparó a quemarropa al cabo segundo Daniel Aravena, dándole muerte en la pequeña localidad de Rucapequén.
"A pesar de que trabajo en Quinchamalí, yo vivo a 7 kilómetros de Rucapequén. Además, toda la familia de mi señora es de esa localidad, mis suegros viven ahí, por eso estoy muy ligado a ese lugar. Como ya se sabe, en el momento de los hechos se llevaba a cabo el velorio de un conocido vecino del sector, y cuando se suscitaron los disparos, toda la gente salió a ver qué pasaba y efectivamente había una persona tendida en el suelo, que era Daniel. En ese mismo momento me llama mi suegra y me dice: José hay un Carabinero muerto y al parecer le disparó el Sebastián", contó el suboficial.
Ante esos hechos, Rivero contó que salió rápidamente de su casa hacia Rucapequén, ya que independiente que no fuera funcionario de su sector jurisdiccional, Sebastián trabajaba en Quinchamalí bajo su mando.
"La primera escena que veo al llegar es la gente alrededor de alguien tendido en el piso, cuando me acerqué lo reconocí de inmediato, era Daniel Aravena. En eso llegaron los paramédicos y le practicaron reanimación, pero ya era demasiado tarde, había fallecido", relató el suboficial, y continuó: "Lo primero que hice después de eso fue dar aviso a mi superior en Chillán, el capitán Alex Bustamante, que era quien estaba de jefe de turno en ese momento; luego me dirigí al retén, porque pensé que Sebastián estaría allí, pero no, él no estaba allí".
En ese momento Rivero cuenta que se preocupó, se dio cuenta de la gravedad de la situación y comenzó a llamar al celular del joven carabinero, pero no obtenía respuesta. Sin embargo, cerca de la medianoche Sebastián contestó.
"Teníamos que abocarnos a encontrar a Sebastián por dos cosas: uno, obviamente para lograr la detención, y lo segundo, para evitar que se autoinfiriera alguna herida. Lo llamé y lo llamé muchas veces y no contestaba, cuando de repente, como a la medianoche, la llamada entró y me cortó. Entonces supe que Sebastián estaba viendo el celular, por eso volví a llamar y ahí me contestó y me dijo: mi suboficial, la embarré". Yo le respondí, hijo necesito hablar contigo".
Cuando el joven contestó al llamado, el suboficial sabía que debía actuar rápido. "Traté de que no se me fuera, porque entendiendo el estado emocional en el que se encontraba no podía presionarlo, por eso fui más paternal, más conciliador, es solo un chico de 22 años. Me dijo que iba a hablar, pero solo conmigo, con nadie más. Ahí le pregunté dónde estaba y me dijo que fuera al puente el Quitasol, en el kilómetro 148", detalló.
Cuando supo dónde estaba, el suboficial Rivero le dio aviso a su superior y lo autorizaron para que fuera a buscarlo. "Fui para allá en un vehículo fiscal, acompañado de otros funcionarios, sin embargo solo yo bajé del auto, porque así lo había pedido Sebastián. Cuando lo encontré en el puente estaba psicológicamente muy mal, choqueado, creo que no dimensionaba ni el tiempo ni el espacio, ni lo que había sucedido; tenía heridas porque se notaba que había pasado por zarza, espinos, de todo. Cuando me vio, se me acercó y me dijo nuevamente: mi suboficial, la cagué (sic), y yo lo abracé y le dije: si sé hijo, pero tranquilo".
En ese momento, Rivero le pidió el arma que traía consigo Sebastián, a lo cual accedió sin poner resistencia. Posteriormente lo detuvieron.
"Las otras cosas que conversamos no puedo revelarlas, pues son materia de investigación", agregó el suboficial.
Conocidos
José Rivero además señaló que no solo trabajaba con Sebastián en Quinchamalí, sino que también conocía a Daniel, la víctima del hecho. A ambos jóvenes los conocía de niños y luego compartió con ellos como colegas.
"Ambos estudiaron en la escuela de Rucapequén, por eso los conozco desde niños. Tiempo después ellos postulan a Carabineros, primero Daniel y luego Sebastián, y llegan a ser mis colegas y eso siempre es un orgullo", dijo Rivero, y agregó: "Sebastián siempre se veía alegre, siempre era el primero en llegar y el último en irse. Nosotros no nos dimos cuenta que algo andaba mal, sino hubiéramos tratado de ayudarlo".
Por otra parte, Rivero aseguró que también conoció a Daniel, pues fue su profesor para la especialidad de instructor el año 2013. "Le hice clases a Daniel hace 2 años y un poco más. Él era buen cabro, trabajador, estaba haciendo en ese momento el curso para la especialidad en el Centro Nacional de Perfeccionamiento y Capacitación de Carabineros", agregó.
Finalmente, el suboficial Rivero volvió a lamentar lo sucedido, asegurando que "solo Sebastián sabe qué pasó por su mente cuando hizo lo que hizo", remató.
"No dejé de llamarlo por celular, pero no contestaba. Le insistí mucho hasta que por fin habló y me dijo mi suboficial, la embarré"
Suboficial José Rivero, Jefe del retén de Quinchamalí