Los más grandes escritores la han hecho suya y eso no ha disminuido, si nos preocupamos de nuestros actuales narradores o poetas. Y debe ser, porque compartimos con ellos como mascotas y compañeros inseparables, especialmente con los animales domésticos. Si hiciéramos un ensayo sobre la presencia de nuestros animales domésticos en dichos, refranes y proverbios lo podríamos comprobar, pensando sólo en el perro, el gato, el cerdo y el caballo.
Así lo ha comprendido la Academia Chilena de la Lengua, que está preparando un libro sobre ese tema, como nos lo anunció el periodista Raúl Rojas, en su artículo "El lenguaje zoológico de los chilenos" en este diario el lunes 28 de enero.
Las paremias cervantinas son muy generosas en esta materia. Miguel de Cervantes usó muchas de ellas en su extensa obra narrativa. El popular dicho de don Quijote "…deja que los perros ladren", es un sano consejo a quienes se impacientan por un pelambre de que han sido objeto o por una acusación sin fundamento.
En fin, no hay que darle importancia a rumores mal intencionados. Don Quijote participa de la igualdad cuando creó "Cada oveja con su pareja" y fue iluminado por los dioses, cuando generó para los ambiciosos esa célebre paremia: "Más vale un pájaro en la mano que cien volando". Y así suma y sigue. A pesar del tiempo transcurrido y de los enormes cambios experimentados por la humanidad en estos últimos cuatro siglos, este lenguaje no ha estado ajeno. En 1987 escribí un libro, que nominé "La palabra perdida", nombre destinado a llamar la atención del estudiante, muchos de los cuales por malos lectores, han perdido cintos de palabras que son importantes para la diaria conversación. Allí incluí el capítulo "La zoolalia o lenguaje animalista".
Muchos estudiosos nacionales se han preocupado de esta realidad y han planteado sus puntos de vista, uno de ellos es Omer Emeth quien nos habla del "lenguaje animalesco chileno" y otro es Lukas el conocido dibujante chileno, quién escribió un libro titulado "Bestiario del Reyno de Chile".
Otra razón que podría explicar esta preferencia por la zoolalia, podría ser la gran posibilidad que el animal ofrece al hablante para hacer más comprensible la idea que entrega a su destinatario. Bastaría para ello recordar sólo dos o tres ejemplos, que sin esfuerzo cualquiera podría dar. Un hablante que se refiere a una situación donde ésta no está clara, podría decir: ¡Ya deja de buscarle las cinco patas al gato!
Por Carlos René Ibacache I. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.