Atentados en Bélgica
Los nuevos atentados en Bélgica ponen de manifiesto que el problema del terrorismo sigue siendo intratable, y -como se infiere de las declaraciones del Primer Ministro belga- la pregunta no es si habrá nuevos atentados en el futuro, sino cuándo éstos ocurrirán. Frente a la confusión, temor y caos causado por la inmolación de dos extremistas (efectos deliberados y necesarios desde la perspectiva terrorista), me parece que es importante poner énfasis en tres puntos.
Primero, el terrorismo es un fenómeno complejo que no puede resolverse con la sola fuerza. Frente a la natural reacción defensiva de Europa, la política debiese enfocarse en enfrentar las causas estructurales que colaboran con su aparición. Esto implica programas de largo aliento relativos a la desradicalización, la integración y la participación de sectores de la sociedad europea que se encuentran marginadas y alienadas.
Segundo, las democracias no son inmunes al terrorismo. La libertad de expresión, de prensa y de tránsito, así como la tolerancia y el pluralismo, son principios que deben defenderse. Es cierto que esos mismos principios contribuyen a que células terroristas puedan interactuar con mayor facilidad que en otro tipo de regímenes, pero, a mi juicio, Europa debe resistir la tentación de atrincherarse a partir de políticas restrictivas. En un sentido, eso es precisamente lo que los terroristas buscan.
Finalmente, la realidad de organizaciones como el Estado Islámico depende causalmente de eventos políticos en específico (como la guerra civil en Siria). Si hay algo que la historia enseña es que es difícil predecir los efectos a largo plazo que tendrá una acción particular. Pero la intervención occidental en países como Libia (hoy día prácticamente un estado fallido), además del intento abierto de derrocar al régimen de Al Assad, genera condiciones que terminaron produciendo algo peor que la enfermedad. Las políticas deben ser muchísimo más cautelosas y prospectivas en su naturaleza de aquí al futuro.
Guido Larson Bosco, Cientista Político y Docente U. del Desarrollo.
Nuestra Semana Santa
Estamos en Semana Santa. Por una parte se espera un recogimiento familiar en paz y reflexión, pero la realidad dice otra cosa, comienza la carrera para comprar pescados, mariscos y afines, la preparación del viaje del "finde", otros se harán vegetarianos; para los que se quedan en casa tendrán la oportunidad de "requetever" las películas de siempre: "El manto sagrado", "Demetrio el gladiador", "Los 10 mandamientos" y si alcanza "Espartaco". Cada uno encuentra su manera de vivirla, a su modo. Si todo apunta a la convivencia familiar, algo difícil de hacer hoy, bienvenido sea y aunque algunos lo rechazan, se nos viene la búsqueda de los huevos de chocolate. En general estas fechas del catolicismo se han ido acomodando al devenir del tiempo, hace varios años los santos de las iglesias se tapaban durante la semana, las radios solo tocaban música clásica y casi toda la semana sin carne; los tiempos cambian, todo se ajusta.
Estimado Director, en resumen, todo lo que hagamos y no hagamos para Semana Santa importa lo justo, lo más importante es nuestro proceder en palabra y obra con todo nuestro entorno, siempre, no solo por este "finde" de Semana Santa. En ocasiones como ésta, debemos intentar detener nuestra vertiginosa vida, mirar a nuestro alrededor y reflexionar junto a los nuestros, un verdadero paréntesis de vida, tras un viaje tan desgastador, necesitamos acudir a un oasis de paz y recargar nuestras pilas con fe, esperanzas, nuevos sueños. Son tan pocas las oportunidades para hacerlo, los deberes, las obligaciones son ineludibles, así es que no lo desaprovechemos.
Luis Enrique Soler Milla.
Sentido de Semana Santa
Para muchos, la llegada de la Semana Santa significa unos días de vacaciones, de descanso, de no hacer nada. Para otros, es un momento de recogimiento, en donde recordamos que hace más de dos mil años a un hombre que muere en Jerusalén por toda la humanidad.
A simple vista es algo que suena imposible, más en una sociedad en donde el individualismo es parte del día a día. Ese hombre tiene por nombre Jesús. Por la fe, creemos en Él, pero también por la razón. La ciencia, la historia, la teología, han mostrado quién era, cómo vivía y a qué venía.
Jesús dejó un mensaje de amor, que trasciende en el tiempo. Nos enseñó a perdonar, a ver al otro con ojos de misericordia, nos enseñó a que no juzguemos sin juzgarnos a nosotros primero. Algunos le creyeron, otros no, tal como pasa ahora. Sin embargo, su amor era tan grande, que no dudó en seguir adelante con todo hasta morir en una cruz. Pero poco importa hoy.
Un hecho histórico se ha convertido en un catálogo de viajes, en aprovechar ofertas, ver qué hotel es mejor y a dónde se irá por el fin de semana largo. Ya seamos creyentes o no, deberíamos aprovechar este tiempo en reflexionar, unirnos con nuestras familias o en hacer un gesto bueno por alguien que lo necesite. Quizá sería bueno comenzar a amar como ese Jesús nos amó. Eso es Semana Santa, un tiempo en donde el amor y la generosidad son protagonistas.
Nataly Mariñan. Voces Católicas.