Excorresponsal de La Moneda resalta el lado humano del Presidente
COLUMNA. Astuto, sencillo, respetuoso, realismo, con tacto político, caballero antiguo. Las virtudes de Patricio Aylwin.
Periodista y Académico.
Para decirlo en el lenguaje de hoy, cada vez que recuerdo al Presidente Patricio Aylwin, aparecen automáticamente las siguientes ideas-fuerza: astuto, sencillo, respetuoso, tacto político, realismo, caballero antiguo.
Fui reportero de Moneda, en radioemisoras y "La Tercera" durante 27 años. Esto significó cubrir noticias en seis gobiernos. También, trabajar y conocer muy de cerca, sobre todo en lo humano y en lo político, a seis hombres que ejercieron la autoridad máxima del país.
¿Por qué afirmo que don Patricio fue astuto? Porque desarrolló sin prisa su carrera política, que siempre tuvo como finalidad llegar a la Primera Magistratura. Alguna vez lo reconoció en privado, si bien precisó que su aspiración no era personal, sino para trabajar por el bien de Chile. Cuando llegó el momento de las definiciones, en el marco de la antigua Concertación, aparecieron muchos candidatos. Pero no vaciló en reclamar su mejor derecho. Reclamó ser "primus inter pares", es decir, el primero entre sus iguales. Y consiguió su objetivo.
Jamás dejó de lado la sencillez. Hasta sus últimos días como senador, se trasladó en el Metro a su oficina de abogado, en el centro de Santiago, muy cerca de La Moneda. Después, lo hizo obligadamente en automóvil, si bien pidió que su escolta fuera reducida al mínimo. Continuó viviendo en su misma casa de siempre, tal como lo hizo el Presidente Eduardo Frei Montalva. Su hogar, situado en la calle Arturo Medina, de la comuna de Providencia, se convirtió en "La Moneda Chica". No se sintió incómodo por ser un hombre de clase media y allí recibió, al igual que Frei, a dignatarios y personalidades del mundo entero, sin "modernizarla" ni agregarle lujos o comodidades que bien pudo reclamar. Pasó mucho tiempo antes de que accediera a invertir algunos recursos fiscales en comprar una propiedad vecina, a fin de habilitar una oficina de trabajo.
Contrario al dispendio, en una oportunidad reconoció que jamás había visitado un mall. No le interesaban. Vestía en forma más que sobria, con unos trajes de diseño y color claramente anticuados. En una ocasión, los periodistas de Moneda le planteamos el tema:
-Presidente, ¿dónde manda a hacer su ropa?
-Donde un sastre de la calle Nataniel. ¿Por qué?
-Porque es muy fea. No corresponde a su cargo. Ni el diseño ni los colores.
-¡Pero si he ido a ese sastre toda mi vida! ¿Por qué voy a cambiar?
-Porque lo necesita, Presidente.
Sonrió, con esa sonrisa suya tan característica, llena de bonhomía. No dijo nada más. Pero, discretamente, cambió de sastre.
Cuando hasta su hogar llegaban políticos y dignatarios, chilenos y extranjeros, el desayuno, la comida o la cena eran los de siempre. Nunca conoció el lujo. Con el Dalai Lama, por ejemplo, compartió un desayuno que incluyó pan con tostadas, jugo y té con leche.
En cierta ocasión, le preguntamos a qué se dedicaría cuando dejara la Presidencia. Respuesta: "Voy a volver a trabajar en mi oficina de abogado. Es mi profesión. Hay que ganarse la vida, pues". ¡En esos tiempos no existían las pensiones vitalicias ni otros privilegios para exgobernantes, como ocurre hoy!
Si bien lo tenía todo en La Moneda, cada vez que podía se arrancaba a almorzar a su hogar. Al desplazarse por Santiago, exigía a sus conductores y escoltas que no tocaran sirenas ni cortaran el tránsito, a fin de no molestar a otros conductores.
Respetuoso del prójimo, sólo lo vi alzar la voz en dos oportunidades. La primera, .el avión presidencial, donde increpó severamente a uno de los periodistas, por estimar que había exagerado en cuanto a las medidas de seguridad que Colombia dispuso durante una visita de Estado. Su segundo gran enojo se produjo en una universidad australiana, donde recibió un grado académico y dictó una conferencia. A la salida, un grupo de estudiantes de ultraizquierda lo siguió, gritándole: "¡Asesino, asesino! Don Patricio se transfiguró: "¿A quién le gritan asesino? ¿Qué se han creído?.