Ante la muerte de Chávez, ¡reflexionemos!
En la provincia de Ñuble, las comunas de Portezuelo y Quirihue registran la mayor cobertura, con un 79% y un 78%, respectivamente. Debemos educar a nuestros líderes en que el servicio público exige resolución participativa. Pero sobre todo, prudencia.
La muerte violenta de cualquier persona, especialmente producto de la inoperancia en la gestión, en la imprudencia, y en la falta de prevención, nos llena de rabia e impotencia. Y si el caso se agrava porque afecta a una persona joven, llena de vitalidad y con trayectoria auspiciosa en el concierto del servicio público, más aún.
Al margen de las consideraciones relacionadas con el lamento y el desconsuelo, se nos abre el camino a la meditación y a la acción. Meditar sobre las causas que nos provocan el dolor. Y poner en acción concreta las medidas para prever.
Debemos exigir de las autoridades la asunción de las tareas que nos den más seguridad en los caminos, en las ciudades y en la vida cotidiana en común. Debemos educar a nuestros líderes en que el servicio público exige resolución participativa. Pero sobre todo, prudencia. Evitar sacrificios que van más allá de la extenuación.
La fórmula radica en la simpleza de crear equipos de trabajo, otorgarles confianza y dotarlos de competencias, específicamente en las tareas más urgentes y que, muchas veces, resultan simples. Y a nuestro pueblo, pedirle comprensión y no exigir a los líderes para que participen personalmente en cuanto acontecimiento nos involucre, aunque se trate de hechos personales o familiares.
Una baldosa suelta al frente de mi casa, una luz que no funciona en el alumbrado público, un ruido molesto en la casa vecina o el cumpleaños de un abuelo...no deben ser prioridad para nuestras autoridades, sino de quienes son responsables de aquello, en la institución y el nivel correspondiente.
No es bueno lanzar al sacrificio ineficaz a quienes nos gobiernan, a quienes deben marcar la línea política y de gestión para que vivamos en mejores condiciones. A quienes deben responder con hechos la confianza que hemos depositado en ellos y en sus programas de actuación.
La política es servicio público, es sacrificio y esperanza. Es limpia. Y así lo demuestra la gran mayoría de los políticos. Otra cosa son los menos, los que la ensucian, los que la denostan y la envilecen.
Por eso, el sacrificio de Fernando Chávez no debió haber ocurrido. Pero ante lo inevitable del destino, meditemos y saquemos conclusiones positivas para hacer de la política un elemento de convivencia eficaz, participando y construyendo futuro entre todos. Así honraremos a quienes han hecho del servicio público, un culto.
Miguel Ángel San Martín Periodista.