El estreno del Ministro Fernández, como jefe de Interior, estuvo marcado por al menos dos hechos. Primero, la interrogante generalizada respecto a qué rol va a ejercer, efectivamente, si como articulador de acuerdos y jefe político, representante del ex Presidente Lagos y sus eventuales aspiraciones electorales o, en su defecto, como un Ministro de administración, que cumple con el equilibrio o cuoteo que exige la DC al interior de La Moneda.
Y, luego, por su debilidad para enfrentar los desmanes de la movilización estudiantil, y sin la firmeza que exige el nivel de violencia que han alcanzado las marchas y la desprotección de las personas y los bienes públicos y privados.
El Ministro Fernández sorprendería si, anunciara en su primer Comité Político con la Nueva Mayoría, que el Gobierno va a impulsar con suma urgencia el proyecto que sanciona la acción de los encapuchados, ingresado por parlamentarios de Chile Vamos, DC y PPD y que ya fue aprobado por la Comisión de Seguridad de la Cámara. La iniciativa cuenta con un amplio respaldo ciudadano y, ciertamente, la Presidenta Bachelet no tiene excusas para postergarlo. En la encuesta CADEM del 30 de mayo, 9 de cada 10 chilenos está de acuerdo con sancionar a quienes ocultan su rostro en las marchas. En tanto la salida de Jorge Burgos y el ingreso de Mario Fernández, como nuevo Ministro del Interior, encontró a la Nueva Mayoría en pleno debate respecto de su continuidad como coalición electoral o política y, con más severidad, respecto de una posible pérdida del Gobierno a partir de 2018.
Y, cuando la aprobación presidencial y al Gobierno, lejos de repuntar, está marcando su peor registro, se levanta con fuerza la presión por un cambio de gabinete más profundo. Podría concretarse después de las primarias o, bien, después de la elección municipal de octubre. Sin embargo, ningún cambio en el gabinete resolverá el problema estructural del bloque oficialista, que desde el inicio del mandato ha mostrado dos deficiencias mayores. Primero, la inexistencia de un proyecto para Chile compartido y, por tanto, las permanentes disputas que han protagonizado sus partidos en torno a las reformas emblemáticas.
Y en segundo lugar, la renuncia de la Presidenta Bachelet a liderar su propio bloque político y sus silencios frente a debates importantes, que han mantenido abiertas las disputas en temas esenciales y, lo que es más grave, las controversias al interior de su gabinete que queramos lo o no le produce un daño al pais.
Frank Sauerbaum, Presidente Regional de Renovación Nacional en el Bío Bío.