Los pendientes más urgentes del Gobierno y que al Ministro del Interior le corresponde conducir, como jefe de gabinete, son al menos cuatro y de envergadura: Enfrentar la crisis económica y particularmente el desempleo, en dos años electorales, porque hasta ahora no llegan ninguna de las señales de recuperación que permanentemente está anunciando el ministerio de Hacienda.
La Nueva Mayoría sabe el impacto que esa realidad probablemente va a tener en los resultados y urge a la Presidenta a tomar medidas efectivas. También necesita resolver el camino de la reforma laboral, en la incógnita desde hace casi dos meses, tras el fallo del Tribunal Constitucional.
Por otro lado enviar la reforma a la educación superior, comprometida para este mes y respecto de la cual solo se conocen trascendidos y que el costo de la gratuidad deberá asumirlo el próximo gobierno. Y por ultimo y quizás la más relevante cambiar la mano frente a la delincuencia y la violencia.
No es casual que las curvas de aumento se marquen a partir de 2014, las señales que se dieron fueron incorrectas, la gestión es deficiente y se han descontinuado políticas que estaban dando buenos resultados y que por su complejidad exigían capacidad técnica (manejo de banco de datos, entre otros).
Hay que aclarar que no es efectivo que la policía cuente hoy con facultades para detener a los encapuchados y menos para sacarlos de las marchas. La única facultad con que cuenta Carabineros es la de controlar su identidad en el lugar de los hechos, lo que en la práctica es imposible.
Tampoco es efectivo que Carabineros no esté actuando, como la Nueva Mayoría está intentando instalar. Los efectivos policiales actúan con las herramientas con que cuentan y, no obstante, son frecuentemente convocados por organismos de DDHH y por los propios tribunales de Justicia, acusados de maltrato, vulneración de derechos, entre otros.
En síntesis, el Gobierno tiene hoy la obligación de dar una señal clara de su voluntad para recuperar la autoridad y el orden público, promulgando el control de identidad e impulsando a la brevedad del proyecto que prohíbe la actuación de personas encapuchadas en marchas. Debe, asimismo, respaldar públicamente a Carabineros, poniendo fin al permanente cuestionamiento que hace el bloque oficialista a su labor y al piso político que concede a acusaciones infundadas de la izquierda. Y, sobre todo, debe mostrar voluntad política, para enfrentar con sentido de unidad nacional a la violencia y también a la delincuencia, con todos los elementos posibles en democracia. Nada de eso parece estar en los planes de la Presidenta Bachelet, al menos por ahora.
Frank Sauerbaum, Presidente Regional de Renovación Nacional en el Bio Bío.