D. Fuentes/I.Acuña
Sacar una foto al Ministro de la Corte Suprema, Carlos Cerda, es complicado. No es por vanidad, solo porque no le gusta aparecer cerca de elementos que denoten poder, influencia o autoridad.
"Sáqueme una foto acá (en una pared en blanco), que sea lo más sencillo posible", lo sentencia casi como un fallo al iniciar la entrevista.
En su paso por Chillán, el juez Carlos Cerda, detalló parte del proyecto Acoger, en el cual se reciben los requerimientos y se escucha a los funcionarios y usuarios del Poder Judicial, para gestionar las mejoras que se necesiten.
-¿Cómo surge que sea usted quien se hace cargo de recorrer el país?
-Es una casualidad y un regalo más que me da la vida y Dios. Cuando llegué a la Corte Suprema, ésta venía recibiendo estudios científicos en cómo comenzar hacer real esto de un Poder judicial de una república democrática, que supone que la comunidad confíe en sus jueces y sienta que hay una parte del estado dispuesta a proteger sus derechos. Estos estudios demostraron que hay que enfatizar los aspectos de atención al usuario y a raíz de esto contemporáneamente a mi llegada de la Corte Suprema, crea el subcomité de atención al usuario, donde hemos aprendido que el momento crítico en que el poder judicial puede tender o no un puente con la comunidad, es cuando llega por primera vez el usuario al tribunal y plantea cuál es su inquietud y si el consejo que le damos se hace con toda la cercanía y empatía que se requiere, entonces la persona ya considera que hay un primer nivel de justicia. El subcomité de atención de usuario, elaboró un proyecto grande y una de las tres dimensiones del proyecto es ir al alba de los funcionarios, para que ellos sepan que en el momento del requerimiento de los usuarios, ellos tienen que saber escuchar, saber dar el tiempo y significarles a las personas que estamos para servir.
-El que no se le permitiera su llegada antes a la Corte Suprema, después del rol que usted jugó en materia de derechos humanos...¿Usted tenía esa ansiedad de llegar al tribunal máximo?
-No. No buscaba la Corte Suprema y donde Dios me ha puesto, he podido prestar ese servicio. Ahora me alegró llegar a la Corte Suprema y lo digo siempre que se entienda que lo hago con la máxima humildad, pero siento que era justo para Chile que yo llegara a estar en la Corte Suprema y me daba cuenta que la gente quería y sentía que era injusto que yo no estuviera en la Corte Suprema, y en ese sentido estoy feliz en la medida que siento que la mayoría de la gente considera que la represento, no obstante, todas mis limitaciones. Esto es un regalo más de la providencia, porque uno cuando es juez no busca un camino fácil o para enriquecerse, entonces eso hace que cuando te llega una oportunidad de jugártela por una persona o por la vida de una persona, entiendas que estás en la plenitud del sentido de lo que quieres hacer y en ese sentido es un regalo de la vida y que si a eso tienes que responder con tu vida, para eso estamos.
-Han fallecido generales y altos mandos ¿Qué piensa sobre la ciudadanía de familiares de detenidos desaparecidos que aún no ven respuesta en causas de derechos humanos?
-Chile está en deuda con esas personas, pero debo agregar dos ideas para que se vea equilibrado ese juego. La primera es que no parece posible que en Chile democrático que las instituciones que saben lo que hicieron, lo sigan manteniendo en secreto institucionalmente y el Estado no pueda o no quiera hacer algo. Lo segundo, es que ellos saben las dificultades del Poder Judicial como tal, no tiene herramientas para revertir ese mutismo institucional que al mismo tiempo significa omisión en cuanto hacer justicia.
-En Ñuble, 13 causas de Derechos Humanos han tenido sentencia definitiva en primera instancia, pero solo 3 de ellas han tenido presidio efectivo. ¿Es muy poco?
-La calidad de la justicia no se mide por la cantidad. Uno tiende a no conformarse con esa situación, que solo sean tres causas, pero resulta que por otro lado el derecho ama la libertad y existe por la libertad, porque el derecho es la libertad en igualdad.
-Durante la dictadura la provincia registró la mayor cantidad de víctimas de derechos humanos, en proporción con la cantidad de personas que habían en 1973, por ello es que estas tres sentencias no convencen y no dejan conformes a los familiares de las víctimas, ¿Cómo se les responde a esas personas?
-No puedes pretender sacarme un juicio de condena de lo que han hecho los jueces condenando a tan pocas penas o a tan pocas personas. Mi parecer es que la justicia como tal en Chile ha hecho esfuerzos supremos, no tengo porque pensar que en la jurisdicción de la Corte de Chillán no haya sido así, no se me ha demostrado que así haya sido y como por otra parte hay que ser siempre un jurista y un juez partidario de la libertad, yo digo que en lo que se me señala no veo algo que atente contra una institucionalidad jurisdiccional del país de manera significativa o importante. El pero es que Ñuble tiene el porcentaje más alto de víctimas en dictadura en relación a los habitantes del '73, pero eso no me dice mucho. La cantidad no es decidora.
Qué los tribunales norteamericanos terminaron por fallar en el homicidio de Víctor Jara, la gente se pregunta ¿Qué pasó con la justicia en Chile? -Lo que sí puedo decir es que con mayor o menor calidad nuestros jueces y ministros dedicados a esto, han hecho lo mejor, en unos casos más y en otros menos, en algunos casos con mejores resultados y en otros menos. Si en el caso que plantea no se dio en Chile, el resultado que era según su señora esperable, era también porque la justicia, ante tanta dificultad, no pudo logar más.