Manuel Cabrera Ruiz
"Han pasado más de siete décadas", es la frase recurrente que sale de los labios de todos quienes aún miran con incredulidad la concreción de un hecho que -para la comunidad chillaneja- pareció imposible de lograrse, como lo es la definitiva inauguración del Teatro Municipal de Chillán, la cual luego del corte de cinta que se realizará en las primeras horas de hoy, abrirá las puertas a la cultura local, comenzando a pagar (de forma simbólica) una deuda con cada una de las personas que buscaron por distintos medios que se completara la remodelación de un recinto que está grabado en la memoria colectiva de la capital de Ñuble.
Visión histórica
"Pasábamos todos los días siendo alumnos de humanidades (del seminario) el año 1942 y veíamos cómo estaba levantándose el concreto, y pensábamos que íbamos a tener un teatro municipal muy pronto", indicó pensativo Carlos René Ibacache, voz más que autorizada a la hora de efectuaran repaso al desarrollo histórico de la ciudad.
Mirando hacia atrás el docente e historiador, fue un testigo clave de lo que fue el inicio de la larga espera por el "Elefante blanco" de Calle 18 de Septiembre, manifestando que "de verdad nunca pensamos que podrían pasar setenta años. Incluso, nosotros (con mis cercanos) pensábamos que íbamos a gozar ese teatro muy pronto cuando éramos jóvenes todavía. Los años pasaron viendo esa mole".
Más de cuatro décadas pasaron para que Ibacache volviera a tener algún tipo de acercamiento con el sueño de ver la concreción de la obra lista, cuando a comienzos de los años noventa el doctor Héctor Garay ideó una corporación en favor de que los trabajos del lugar se retomaran.
"Me pareció una muy buena idea, ya que en su momento, los alcaldes de la primera etapa tenían proposiciones bastantes curiosas, ya que una empresa -no recuerdo si francesa o japonesa- se interesaba por levantar este teatro, pero siempre que los 'explotaran' por diez o veinte años", en una iniciativa que fue rechazado según recuerda, por el ex alcalde Carlos González Utreras, a comienzos de la década de los cincuenta.
Vida artística
A pesar de que la edad del "Esqueleto" del teatro supera los setenta años, su habilitación para espectáculos artísticos se dio recién cerca a finales del siglo pasado, por lo que si bien ha existido vida artística, esta ha sido de forma muy intermitente.
Una curiosidad que se recuerda de forma recurrente, involucra al destacado pianista Roberto Bravo, quien en una presentación realizada en el recinto, sufrió una serie de percances, en una historia que con el correr de los años ha ido tomando distintos matices.
"Cuando él estaba en lo mejor de su concierto, empezó a caer una gotera sobre las partituras; eso fue bien jocoso pero fue una anécdota que nos dejó bien como la mona", admitió Carlos René Ibacache, coincidiendo con la visión general sobre la precariedad en la que se encontraba el lugar, lo que planteaba una tarea titánica a los artistas a la hora de poner en marcha cualquier tipo de show.
A pesar de lo anterior, Ibacache sostuvo que se le intentó dar el mayor rodaje posible al espacio, ya sea con proyecciones de películas u obras teatrales, siendo la presentación del "Teatro Negro de Praga" hace dos años, el número que tiene más fresco en sus recuerdos, ya que como miembro de la Corporación Cultural Municipal fue parte de dicha exitosa iniciativa.
Génesis
Como es sabido, la catástrofe que significó el terremoto de 1939 fue la semilla de lo que posteriormente serían los primeros cimientos del teatro.
De acuerdo a lo señalado por Erwin Brevis, arquitecto de la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán (UPA), el recinto formaba parte del plan de reconstrucción de Chillán luego del terremoto, siendo parte de la conformación del barrio cívico alrededor de la Plaza de Armas.
"El edificio fue resultado de un concurso de arquitectura que lo gana Ricardo Müller, el cual es un arquitecto importante para la historia de esta disciplina a nivel nacional, puesto que participó de una serie de proyectos relevantes, entre ellos el Estadio Nacional", sostuvo Brevis, quien además agregó que Müller ganó dicho concurso en conjunto con el también arquitecto Enrique Cooper, cuyo proyecto comenzó a realizarse desde el año 1940.
Siguiendo en esa línea, el arquitecto señaló que "hasta el año 1934 se verían los principales avances arquitectónicos, y el teatro lamentablemente se queda atrás, permaneciendo inconcluso", sosteniendo que debidos a las necesidades de primer orden de la época, las cuales tenían como prioridad levantar en óptimas condiciones, por ejemplo, una nueva municipalidad.
Al momento de analizar la estructura del edificio, la cual fue utilizada como base de la remodelación, Brevis acotó que "se trata de una volumetría simple, clara, rotunda; donde la estructura del edificio y todo sus comportamiento estructural se proyectaba en el tiempo", en un edificio que desde su perspectiva fue planeado no pensando en aquella época, si no que en cien años más, siendo un ejemplo de aquello la gran resistencia demostrada ante el terremoto del 2010.
Ex alcalde
Uno de los invitados a la ceremonia de inauguración es el ex alcalde Eduardo Contreras, quien dirigió los destinos de la comuna a comienzos de la década de los setenta, y quien vivió en carne propia la larga espera y la nula concreción -en su momento- de la obra.
"En todas las gestiones de los alcaldes, una de las inquietudes era qué pasaba con el Teatro Municipal, y la verdad es que se avanzaba muy poco", precisó Contreras, quien en la actualidad se desempeña como Abogado de Derechos Humanos, precisando que a pesar de la cuna cultural que es Chillán, la envergadura de la obra no permitió que se terminará durante todo este tiempo, principalmente por la falta de recursos, y apuntó que "se transformó en un dolor de cabeza para todos los alcaldes". Para él, esto es un hito, por lo que no quiso estar ausente de la inauguración de lo que definió como "un gran sueño de los chillanejos que al fin se hace realidad".