Motos en carrera
Quiero hacer presente mi malestar por la inseguridad que se vive en calle Bulnes entre Yerbas Buenas y Avenida Argentina. Esto sucede debido al tránsito que efectúan algunas de las motos de reparto entre el local ubicado en Avda. Argentina Nº 402 y el Restaurante de calle Bulnes Nº 1110.
Si se respetaran las normas de tránsito no habría problema, pero sucede que para efectuar dicho traslado lo hacen tomándose la vereda sur, en sentido inverso y con una velocidad muy poco razonable, además de la prepotencia verbal a que se ven expuestas las personas que les piden respetar su derecho a caminar tranquilamente.
Cabe hacer presente que no todos los repartidores incurren en esta falta de respeto y violencia verbal pero, ciertamente estamos expuestos a que en cualquier momento se produzca un accidente con consecuencias lamentables ya sea por la velocidad o la prepotencia de alguna de estas personas.
Es de esperar que sus jefes les entreguen las normas de respeto en el ámbito de tránsito, trato a las personas, etc. Ya que, si ello no sucede nos veremos en la obligación de tomar otro tipo de acciones para hacer valer nuestro derecho de hacer uso de las veredas solamente para lo que fueron concebidas y esto es, el desplazamiento de las personas.
Gloria Inés Catricheo P.
Soy el fruto de una violación
Es fácil hablar de aborto y violación cuando le pasa a otro, o cuando es un caso hipotético, sin nombre ni apellido. Es fácil teorizar y opinar qué se debería hacer en "caso de". Es difícil hablar de este tema abierta y públicamente, y yo voy a contar lo que me pasó a mí.
Yo, Marta Aravena, 50 años, soy hija de una violación. Mi mamá era una mujer muy sencilla y muy pobre, que vivía en Parral. Cuando ella tenía siete años su padrastro, que era alcohólico, empezó a abusar de ella. No sabía lo que le estaba pasando, y en ese entonces, nadie hablaba del tema abuso y violación. Cuando la situación empezó a hacerse más difícil para ella, llegó un momento en que le contó a su mamá lo que estaba pasando. Su mamá (mi abuela) nunca creyó lo que su hija le decía.
A los 11 años tuvo a mi hermano Juan sin darse cuenta de que estaba embarazada. Un día se sintió mal, con un fuerte dolor de estómago, no sabía a quién pedirle ayuda y partió a los Carabineros. Ellos la llevaron al hospital porque se dieron cuenta que estaba en trabajo de parto. Era una niña que sin saber nada de la vida, de repente se hizo mujer. Los Carabineros al darse cuenta de la situación tomaron detenido a su padrastro. Y su mamá, al verse sola en la casa, con once niños que cuidar, y con el proveedor del hogar en la cárcel, la echó de la casa. La culpó por el encarcelamiento de su pareja y la abandonó. Recién salida del hospital, se encontró con un bebé en los brazos y sin tener a dónde ir.
Mi mamá no quiso abortar, ella optó siempre por la vida. En su desesperación fue acogida por un matrimonio de vecinos que no podían tener hijos. Ellos la ayudaron a cuidar a mi hermano Juan como si fuese hijo de ellos. Pero mi mamá no sabía donde se estaba metiendo, porque dos años después, cuando tenía 13 años, se embarazó nuevamente. El vecino que la cuidaba también abusaba sexualmente de ella, al igual como lo había hecho su padrastro por muchos años. Y además le pegaba. Le pegaba mucho, casi todas las noches, y la arrastraba del pelo hacia el patio para abusar de ella. Y así nací yo, Marta Aravena, fruto de una violación, igual que Juan, mi hermano mayor. Mi padre era su protector y su abusador a la vez. Ella accedía a los abusos porque estaba protegida, con techo y comida. La vecina, la señora de mi padre, me crió a mí y a mi hermano sin reproches, como si fuésemos sus hijos. Eran tal las ansias de ser madre que aceptaba esta situación.
A mi mamá le dijeron que abortara cuando esperaba a mi hermano, y también cuando me esperaba a mí. Pero ella siempre dijo que no. Siempre optó por la vida. Siempre nos enseñó que la vida es sagrada y es un regalo.
Desde niña supe la verdad. Y la historia se repite. Un vecino abusó de mí cuando yo era chica. Le conté a mi mamá y no me creyó. Al igual como le pasó a ella cuando era niña. Es muy terrible contar algo así y que no te crean. Pero a pesar de todo lo que he vivido, estoy en contra del aborto. Siempre hay que ponerse en el lugar del otro, se puede salir adelante, y si mi familia lo logró, ¿por que tú no?
Soy una convencida de que estoy en este mundo por un propósito, y que todo tiene un por qué y un para qué. ¿Y qué hubiese pasado si no me hubiera tenido mi mamá? No tendría a mis hijos maravillosos ni a mis hermanos, a quienes adoro con mi alma. Tengo una relación hermosa con ellos, nos amamos y nos amamos a fondo. Qué hermoso que detrás de una decisión así haya salido algo bueno.
No existe un día en que no le agradezca a Dios y a mi madre que haya tenido a sus hijos, pese a todo el sufrimiento que implicó. Siempre la he honrado y le agradezco por habernos dado la vida. Y por habernos enseñado que la vida es sagrada, que hay que cuidarla siempre, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar.
Marta Aravena Gutiérrez.