Hace sólo unos días, despedimos en el Cementerio Municipal al destacado actor, locutor y periodista Ciro Vargas Mellado. Un hombre tranquilo, creativo como ninguno, profesional sincero y amigo leal.
Chillanejo hasta la médula, se fue a los 92 años de edad, como lo hacen los grandes hombres: en silencio, en la quietud de su amor de 70 años con Sonia y en el calor de la labor interminable.
Un breve recuento de su vida nos señala que comenzó como control radial, trabajador bancario, actor de teatro, locutor y director de Radio La Discusión. Sus dotes le llevaron a Santiago, a colaborar con el inolvidable José Tohá González, en las labores periodísticas del diario Ultima Hora.
Reconocido por méritos por el Colegio de Periodistas de Chile, asumió la Dirección de Prensa de la Radio Portales, cuando era la número uno del país. Cuando le despedí en el Cementerio, dije que se me iba un hermano, porque tuvimos esa rara amistad de competir dirigiendo prensa de las dos radios más grandes del país, él Portales y yo Corporación, pero haciéndolo con la sonrisa en los labios y la fraternidad a ras de piel, ya que nos reconocíamos chillanejos. Ahora que lo pienso mejor, se me fue un hermano, pero también un maestro, porque recibí de él en forma de experiencia vivida, los valores que nos inculcaron nuestros padres, vestidos de honestidad, fraternidad, lealtad, solidaridad.
Estuvimos en el Cementerio sólo una veintena de personas, pero representamos al Chillán que no olvida a sus auténticos valores. Bernardo Neira, con sentidas palabras y textos auténticos, habló del teatro. Alejandro Witker, historiador permanente, destacó al hito profesional que paseó el nombre de Chillán por donde anduvo. Yo mismo, que lo hice desde la perspectiva del periodismo -en Chile y en Venezuela, donde pasó su exilio-, destacando la credibilidad que atesoró en la opinión pública. Y Leopoldo Martin, que habló con el corazón desde el punto de vista de la amistad sincera, sin dobleces y a toda costa que Ciro convirtió en apostolado.
Si. En el funeral de Ciro Vargas estuvo Chillán en el Cementerio donde descansan los grandes. Y Ciro se quedó dormido entre los Arrau, los Vinay, los Gonzalos, los Tíos Lalo, las Colvin, como un símbolo más de los talentos de nuestra tierra que nos marcan a fuego en la acción de ayer y en la de mañana. Ciro se fue a los cielos, convertido en silencioso patrimonio de nuestra gente, en paradigma de lo que somos y en guía de lo que seremos en el futuro.
Miguel Ángel San Martín Periodista.