Entre los versos del inolvidable Sergio Hernández resuena permanente ese "Me persigue Chillán", certero, ácido, que escuece el alma, especialmente cuando el chillanejo está lejos de su patria chica y mira con los ojos del recuerdo y la nostalgia.
Lo dejó escrito en granito del patrimonio y lo enarbolamos como bandera, a la distancia. Ahora nos lo recuerda Pedro Lastra, otro grande de las letras que, a pesar de que ha crecido grande, sigue sintiéndose perseguido por el Chillán de sus amores por los campos de la patria grande americana.
El Lastra chillanvejano -aunque nació por casualidad en Quillota-, nos vino a ver para cargar sus alforjas con el oxígeno del recuerdo, justo cuando se encontraba golpeando las puertas del premio nacional de literatura. Se quedó ahí, a las puertas, pero eso mismo lo hace más grande aún.
Lastra habla de su Chillán, de sus escuelas con primeras letras y no ahorra elogios al recordar a sus profesores. Reconocido por los confines más extraños, profesor formado en la Normal del fundo Santa Rosa, en el Chillán de antaño, ahora enseña Literatura grande en las aulas gringas de Estados Unidos.
Cuando nacionalmente le empujan a golpear las puertas del gran premio, no escuchamos el clamor chillanejo avivando su biografía. "No hay lobby", dijo un académico que comprende que para lograr reconocimientos, también hay que abrir las válvulas de los apoyos. Y Lastra, como decimos, se quedó a las puertas de aquel reconocimiento nacional.
Parece que Chillán persigue a sus talentos, pero no les alcanza.
¿De cuántos de los nuestros no tenemos luces aquí mismo? ¿Cuántos enaltecen con orgullo el sabor, color y olor de su tierra ancestral…pero aquí no se les reconoce?
Somos flemáticos, lejos de ser ingleses. Ciegos con paisajes humanos tan bellos como los de la naturaleza que nos rodea. Nos creemos campeones de la cultura y no perfilamos equipos que permitan la comparación, con claves de éxito. Ni siquiera los destacamos internamente, para ponerles base de sustentación local que los catapulte.
Pedro Lastra es un profesor normalista de Chillán que ha llegado lejos, alto y con brillo superlativo. Y aquí apenas lo vemos. ¿Cuándo será el día en que reconozcamos lo que tenemos…cuando valoremos nuestros talentos…cuando reguemos el jardín inmaterial de nuestro patrimonio?
En el Día del Profesor Normalista, permítanme que abrace a Pedro Lastra como el símbolo de las capacidades de nuestros docentes de antaño y de los talentos de siempre.
Miguel Angel San Martín Periodista.