Con el permiso del protagonista de esta historia, me permito compartir con ustedes parte de una conversación que he recordado con inmensa alegría en estos días cercanos a la fiesta de Todos los Santos. A esta persona le pedí que imaginara que estaba delante de su ser querido fallecido y que respondiera la pregunta: "¿Qué le dirías si estuviera frente a ti?" Luego de cerrar sus ojos, hacer silencio profundo y suspirar, señaló: "Estoy entero. Ya he vivido el proceso de duelo y la vida juntos sigue en los recuerdos. Hoy, aunque fue difícil, volteo la cabeza y mi regalo es la sonrisa presente cuando te recuerdo. No sólo lloro, sino que también sonrío y pienso en lo generoso que ha sido Dios al regalarme una vida junto a ti… Desde aquí abajo te envío un beso al cielo".
Debo reconocer, queridos amigos, que aún me emociono cuando recuerdo esta bella respuesta dada con el corazón en la mano. Me convenzo, una vez más, del poder terapéutico que tienen los recuerdos. De hecho, la misma etimología de la palabra nos habla de lo sanador que es. La palabra recuerdo está formado por el prefijo latino "re" que significa "de nuevo", y del sustantivo "cordis", que quiere decir "corazón". Es decir, significa pasar de nuevamente por el corazón un hecho pasado.
"Contando historias" es el título de esta reflexión que quiere invitar, en esta fiesta de Todos los Santos, a que nos demos permiso para contar las historias de nuestros seres queridos, que mostremos su belleza y hermosura, que, con el corazón abierto, mostremos nuestras historias de amor y también de sufrimientos. En lo personal, creo firmemente que la elección de amar a alguien siempre va, inevitablemente, acompañada del sufrimiento porque, tarde o temprano, llega el momento de decir adiós. Si bien con la muerte concluye una vida, la relación amorosa se puede seguir cultivando en y con el recuerdo amoroso de aquellos que siempre serán parte de nuestra vida.
En esta fiesta, contando historias, hagamos germinar las semillas de amor para así alcanzar la paz que muchas veces buscamos con desesperación y para que desaparezcan nuestras amarguras y resplandezca la alegría de vivir. A nuestros seres queridos que ya han partido les decimos que nos sigan esperando y digámosles que, algún día, volveremos a reunirnos para no separarnos jamás.
P. José Gustavo Segura Alarcón Magíster en Acompañamiento Psico-espiritual; Obispado de Chillán.