Como en años anteriores, recientemente, un nuevo estudio confirma los altos índices de satisfacción y felicidad de los chilenos en sus vidas personales. El sondeo lo realizó Chilescopio y señala que cerca del 60% de los chilenos se declara feliz o muy feliz, mientras que solamente un 35% dice sentirse contento con la sociedad en la que vivimos los chilenos hoy. Las estadísticas, no siempre de confiar plenamente, nos ayudan a conocernos y, en este caso, a acercarnos a una mirada más positiva de la realidad en que estamos inmersos.
Aspectos de la encuesta mencionada destacan, una vez más, que el chileno valora la vida en familia, que asegura apoyo y la necesaria afectividad para ser plenamente seres humanos realizados como tales. La buena salud es otro aspecto valorado y reconocido como fundamental para ser feliz. En un análisis fino de lo anterior, podemos concluir que tanto la familia como la salud son prioridad para nosotros, marcando ventaja frente a otros factores de la realidad. En un oído atento deberíamos concluir, especialmente las autoridades que lideran y deciden por todos, que es necesario incentivar esfuerzos para fortalecer a la familia y mejorar la salud en Chile.
Un elemento que requiere ser destacado es que los chilenos mantenemos una visión positiva de la satisfacción individual, mientras somos más bien negativos en relación a nuestro entorno social. La creciente desconfianza a las instituciones públicas ciertamente está también detrás de este análisis y visión negativa de lo público. De ahí también el descontento con los representantes de la vida política del país, que mejora cuando se conoce mejor a las personas detrás de las instituciones.
Frente a lo anterior, parecería lógico concluir que mientras más comunicación y conocimiento existe del otro, más aumenta la confianza y satisfacción. De ahí el gran desafío de procurar cercanía, clamor popular manifestado en las últimas elecciones municipales y evidente en sus resultados. La gente quiere líderes positivos y cercanos, que escuchen mucho y manifiesten simpatía hacia todos, aunque discrepen de sus opiniones políticas.
La lección es para todos: somos más felices de lo que pensamos, pero podemos serlo aún más si cultivamos cercanía y simpatía entre nosotros.
Carlos Pellegrin Barrera Obispo de Chillán.