130 años enriqueciendo y defendiendo el idioma
Anticipándose a la temporada turística estival, Sernatur debe implementar una campaña en conjunto con los empresarios locales para dar muestra de una adecuada coordinación. La Academia, en estos dos años, ha celebrado en múltiples talleres, mesas redondas, seminarios, coloquios, conferencias y encuentros.
El 2 de julio de 1886 se realiza la primera sesión ordinaria. Allí se dio cuenta de la aprobación por parte de la Real Academia Española, del normal funcionamiento de la filial chilena. Este hecho, sin embargo, tiene su historia. El escritor polaco radicado entre nosotros, la última parte de su vida, nos dejó su diccionario de la Literatura Chilena, su nombre, Don Efraín Szmulewicz, nos cuenta:
Don Juan Egaña, tras los primeros balbuceos de la Patria Vieja, trató de crear una entidad que reuniera diversas instituciones especializadas en artes y letras. Sin embargo, pasaron poco más de 150 años para la materialización de tal proyecto. En 1964, se fundó el Instituto de Chile, que agrupa en su seno a las Academias. No obstante, en 1913, el autor de la primera Constitución de Chile, logró la fundación del Instituto Nacional, Literario, Civil y Eclesiástico del Estado de Chile. Los pormenores de las características, duración y componente de dicha entidad y de otras que dieron pie a la creación definitiva de la Academia Chilena correspondiente de la Real Española se hallan en el opúsculo del padre Fidel Araneda Bravo, intitulado "La Academia Chilena, Correspondiente de la Real Española e integrante del Instituto de Chile", publicado en 1976.
Aquí comienza otra etapa de esta larga historia que se desarrolla hace 130 años, que son los que la academia está conmemorando estos dos últimos años, donde agregó a los protagonistas que faltaban, esto es, a sus miembros correspondientes, dispuestos en las capitales provinciales de nuestro país. Pasaron los años, desde aquel 1886 y aquí es necesario nombrar la persona que más trabajó para que esta iniciativa prosperara dentro de los cánones que le correspondían. Esa persona fue do José Victorino Lastarria, quien fue secundado, como secretario por otro personaje comprometido con las letras y el arte, don Zorobabel Rodríguez.
La Academia, en estos dos años, ha celebrado en múltiples talleres, mesas redondas, seminarios, coloquios, conferencias y encuentros, como el reciente que tuvo entrada libre para el público interesado en estos temas, oportunidad de escuchar la lectura de un trabajo leído por el académico Claudio Wagner, de la Universidad Austral, sobre "El Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile", un esfuerzo que pensado para considerar a todo Chile sólo alcanzó a estimar Chiloé. Una iniciativa creada por el fallecido profesor, Dr. Guillermo Araya, con un equipo del que formaba parte, precisamente el profesor relator Claudio Wagner y los docentes Gastón Gainza, Mario Bernales, Constantino Contreras y un semillero de estudiantes, del que mi curso formaba parte, pues yo era alumno entonces, año 1966. Una deuda pendiente, para terminar la obra del gran maestro, que fue su creador y que por falta de recursos, nunca se prosiguió con otras provincias.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro correspondiente
de la Academia Chilena de la Lengua.