Cuando ya nos referimos a la importancia de crear estrategias y políticas públicas que favorezcan el desarrollo agroalimentario y turístico de nuestra de zona con miras a la implementación de la nueva región de Ñuble, es que queremos hacer hincapié en las enormes posibilidades de crecimiento que tiene el rubro turístico local. Para crecer en este sentido debemos dejar de pensar que sólo atraemos visitantes y turistas por la belleza de la cordillera, de las termas, el mercado chillanejo y la producción de longaniza. Sin quitarle el mérito que tienen tras tantas décadas de turismo, éstos productos y servicios son hoy un complemento a una inmensa variedad de atracciones para invierno y verano en nuestra provincia.
Si, los turistas ya no llegan a nuestra zona como una oportunidad de paso o como un centro de adquisición de souvenires. También llegan atraídos por la producción vitivinícola, producción artesanal de jabones, cremas, infusiones, etc, y por la creciente producción de productos gourmet, los que son enormemente apetecidos por un selecto público que quiere disfrutar el sabor original de especias, condimentos, frutos del bosque y alimentos de nuestra tierra.
Poco a poco, esta producción artesanal y original de alimentos típicos de nuestro Ñuble ha ido reivindicando a una industria tradicional que demuestra tener potencial, que es desarrollada por gente de la zona y que revela un esforzado trabajo detrás del producto. Ese valor agregado es altamente valorado por el consumidor, consumidor que finalmente se convierte en turista porque además de disfrutar del sabor y de los aromas, también quiere conocer la producción y la historia local a través de dicho trabajo.
El enoturismo y ecoturismo, por ejemplo, han tenido un impulso grandioso. El trabajo colaborativo y asociativo de los productores vitivinícolas y las instituciones públicas ha convertido a las viñas patrimoniales de Ñuble en espacios altamente atractivos en invierno y verano. Los equipos profesionales de las viñas han creado circuitos de recorrido al interior de sus dependencias para que los turistas vean cómo es el proceso del vino desde el inicio; en el recorrido, además, los visitantes van conociendo la identidad de un pueblo trabajador y van probando otros productos gourmet como quesos, galletas y mermeladas, lo que genera negocio con emprendedores de diversos áreas gastronómicas.
De la misma forma que ocurre con el vino, es que las autoridades debieran potenciar el desarrollo y crecimiento de otros rubros gourmet. Se necesita conocimiento profesional y gestión para llevar a los pequeños productores a un nivel mayor de intercambio comercial; los emprendedores tienen las ganas, la producción artesanal, la materia prima y la visión de crecimiento, pero necesitan apoyo.
Reinaldo Espinoza, Cámara de Comercio de Chillán.