Todos juntos
Señor Director: Ver trabajando codo a codo a las tripulaciones rusas, norteamericanas y a partir de hoy brasileñas en sus aviones, cientos de brigadistas de varios países junto a nuestros bomberos, personal de Conaf y voluntarios para combatir los brutales incendios que diezman cada día a nuestro Chile, abre una luz de esperanza que sí el mundo es capaz de unirse, dejando atrás viejas, añejas e inconducentes diferencias para ir en auxilio de quienes lo requieren.
Lo ideal es que esto ocurriese sin necesidad de que existan tragedias que lamentar, somos un pequeño punto en la inmensidad del universo, viajamos en una nave espacial llamada "Tierra", es hora de comenzar a cuidarla, entre todos, para que nuestras futuras generaciones tengan la dicha de vivirla, como nosotros y ojalá bajo nuevos códigos para relacionarse; hoy son los incendios, mañana puede ser el hambre, la cura de enfermedades.
Luis Enrique Soler Milla .
Festival de Viña del Mar
Señor Director: Yo solicito que este Festival no se realice porque unos pocos no deben estar de fiesta mientras gran parte del centro sur de nuestro país está en una muy mala situación tanto económica como anémica, de incierto porvenir (sin medios de trabajo y producción, sin hogares, sin horizonte y en la mayor pobreza).
Así como los incendios han sido los mayores de la historia, el próximo invierno será el más largo de la misma historia.
Dejemos la farándula para cuando estemos contentos y bien. Por ahora dediquémosnos a solucionar el problema país de inmediato.
Victor Volante Leonardi.
Acompañamiento en Medicina
Señor Director: Esta semana se votaría en el Senado el proyecto de ley de aborto. En días recientes se presentó, por otra parte, y sin la misma publicidad, un proyecto de acompañamiento integral a la maternidad. Creemos que este último es el tipo de proyectos que contribuyen, de ser aprobados, a hacer mejores a los individuos y a los países.
La medicina, a diferencia de lo que muchos pueden creer, sólo algunas veces cura. Son más las ocasiones en que acompaña y conforta. De hecho, el sólo escuchar (sin valorar, sin juzgar) a quienes consultan por una dolencia, suele contribuir mucho a la curación, no sólo física sino también del alma.
Si el equipo de salud logra otorgar soporte físico, psicológico, social y espiritual a quienes sufren durante una gestación complicada, la mayor parte de esas madres, si no todas, jamás pensarán siquiera en terminar su embarazo a través de un aborto. Las ventajas de esta aproximación así como su viabilidad han quedado demostradas en las evaluaciones que las organizaciones que así trabajan han hecho y publicado. Tener un hijo enfermo o que con mayor o menor probabilidad no va a vivir luego de nacer constituye una crisis, pero también es una oportunidad de crecer y trascender, de ser héroes y ser modelos para los demás.
La trascendencia no tiene que ver con una religión, tiene que ver con el espíritu de los seres humanos. Las relaciones interpersonales, las redes, y la intensidad de los afectos son evidencia de la universalidad de esta dimensión.
Las emociones humanas encuentran su expresión máxima a través de las relaciones con los otros. Hay grandes diferencias entre estar solo frente al sufrimiento o acompañado. Para comprender esto solo se necesita pensar en las experiencias personales que cada uno de nosotros puede haber vivido.
En el debate público se ha planteado al aborto terapéutico como una salida en el intento de paliar el dolor, tristeza y desesperanza. Se olvida, sin embargo, que el sufrimiento no desaparece, porque la pérdida del hijo sólo se adelanta, agregándose además, el peso en la conciencia de haber causado la muerte de ese hijo. Parece ser entonces que la pretensión curativa es vana y se agrega un sufrimiento moral, que ha sido objeto de estudio en numerosas investigaciones clínicas.
Aun si permitir el aborto fuese considerado razonable como alternativa, debemos reflexionar si esa solución es la que queremos como país, si acaso ella nos hace mejores personas y una mejor sociedad, o si nos puede conducir al empobrecimiento de nuestra salud mental y espiritual.
Mientras los universitarios y académicos debemos tener el convencimiento de que, como dijo San Alberto Hurtado, no somos sólo técnicos, sino obreros intelectuales de un mundo mejor; los legisladores, por su parte, deben favorecer el sueño común de una sociedad más justa y solidaria, de una sociedad en que la salud de los individuos no tiene que ver tan solo con cuerpos sanos o enfermos, sino que también con un componente espiritual y trascendente. No puede haber dudas de que esto se logra mejor con proyectos como el de acompañamiento integral a la maternidad y no con un proyecto que supuestamente sólo despenaliza el aborto.
Dr. Enrique Oyarzun Ebensperger, Ginecología y Obstetricia Clínica Universidad de los Andes.