Con cerca de dos siglos de existencia, las cooperativas han demostrado a nivel internacional, que son un factor fundamental para el desarrollo social y económico, tanto en países de altos como de bajos ingresos. Así lo muestra, por ejemplo, la experiencia europea, donde este tipo de organizaciones se han consolidado, junto a otros actores, como una herramienta de bienestar y de crecimiento.
En Chile, más de un millón doscientas mil personas son socias de una cooperativa, sin embargo, sigue siendo un modelo económico más bien desconocido para la población.
En Latinoamérica, el fortalecimiento de las cooperativas ha sido dispar, pues como todo modelo económico está directamente relacionado a la contingencia política y gubernamental, la que como bien sabemos varía en cada país según el gobernante de turno. No obstante, el cooperativismo se ha destacado por su aporte al mejoramiento de las actividades productivas, al aprovechamiento eficiente de los recursos y por su consecuente contribución al desarrollo local y regional, sobre todo en países como Colombia y Argentina donde existe un desarrollo avanzado en la materia.
Entre las razones fundamentales que sustentan la necesidad de potenciar las cooperativas en América Latina y en especial en nuestro país, predomina una perspectiva crítica en lo que respecta a la distribución desigual de los recursos, la profundización de la brecha social, la disminución de la clase media social, el crecimiento de la delincuencia y la persistencia de los círculos de pobreza.
Por su parte, el cooperativismo promueve iniciativas empresariales solidarias orientadas a la producción y distribución de bienes sociales, entregando soluciones reales a problemas que no estaban siendo atendidos mediante otra forma de organización.
Lo anterior, se da a través de la adquisición de bienes de consumo a menor precio, en el acceso al crédito e incremento del ahorro, en soluciones habitacionales, en el acceso a servicios de salud y básicos como energía y agua potable, entre otros, permitiendo no sólo un crecimiento inclusivo y una distribución más equitativa de la riqueza, sino que también fomentando la profundización de la democracia económica y participación ciudadana.
Por ello, aumentar la productividad y desarrollar fórmulas que permitan lograr una mayor equidad, son parte de los desafíos que debemos enfrentar ante la situación actual y en los que el cooperativismo, sustentado en su principio básico de ayuda mutua, tiene bastante que aportar.
Manuel Bello Presidente de Copelec.