Durante el último año, el país fue testigo directo de los lamentos de las isapres sobre su difícil situación. Algunos de sus ejecutivos llegaron a calificarla de insostenible. Incluso, advirtieron sobre un colapso del sector privado, derivado del aumento de la demanda en salud, provocado, a su vez, por la mayor expectativa de vida de la población, aumento general de sus costos y de las licencias médicas, etcétera.
En algún momento me sentí conmovido. ¡Cómo era posible llevar a tan respetables instituciones a una crisis y casi a una muerte anunciada? De allí que, con estupor, al igual que buena parte del país, haya sido informado que durante 2016 obtuvieron ganancias por $ 51 mil millones. Un 54% más que el año anterior.
El sistema en sí no es malo. Satisface las expectativas de los segmentos medio y alto de la población, con dos millones de cotizantes, que rechazan rotundamente la pésima atención y la carencia de recursos de la salud pública. Recurren a las isapres, en la esperanza de una mejor acogida. Es por eso que el año pasado registraron 56 mil nuevos afiliados.
El problema parece radicar en lo que llaman, eufemísticamente, "baja de la rentabilidad". O sea, han ganado mucho menos de lo que esperaban. Entonces, no vacilan en hablar de incertidumbre y de una situación compleja.
Como factor de crisis, mencionan la creciente judicialización, con la cual, a través de recursos de protección, casi 200 mil afiliados se están defendiendo de las alzas anuales de planes. Silencian que los planes se cotizan y venden en UF, lo que significa que se reajustan día a día. A esto se suma que cada tres años aumenta el valor de la prima AUGE. No mencionan la baja utilización del Examen de Medicina Preventiva, que es rutinario y previene muy poco.
No hay justificación para los lamentos. Es cierto que la tecnología es cara. Pero también lo son los planes. Y las isapres, no hay que olvidarlo, cobran cada vez que puede, bajo múltiples pretextos. Uno de los más recurrentes es que la enfermedad no tiene código Fonasa.
En todos estos males hay complicidad y debilidad del gobierno de turno, que desde hace años viene anunciando una reforma y, digámoslo derechamente, no se ha atrevido a implementarla, lo cual alienta a quienes claman por alzas abusivas. No son todos. Algunas isapres subieron de nuevo sus planes. Otras los mantuvieron. ¡Por algo será!
El enfermo, en este caso el cotizante, no está en condición terminal. Pero puede agravarse si continúa subiendo la temperatura de su plan, y, peor aún, si sufre una infección que le provoque un colapso en su billetera. Todo es evitable, si se atiende en una unidad de cuidado intensivo de su presupuesto.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.