Estoy desolado. Un estudio internacional descubrió que la mayoría de los malvados del cine norteamericano son calvos. Me preocupa, por razones que saltan a la vista en la foto que ilustra esta columna, que los chilenos vayan a creer que todos los "pelados", "pelones", o como usted quiera llamarlos, son perversos.
El tema partió, obviamente, en Hollywood, en 1943. Desde entonces, casi siempre, los malos del cine han carecido de pelo. Los ejemplos abundan: Lex Luthor, el eterno enemigo de Supermán; Hannibal Lecter, un villano más allá de lo imaginable, y mucho más. Hay otros camuflados, como Tom Cruise, quien usa peluquín. Una de las pocas excepciones es Sean Connery, el recordado y auténtico James Bond.
Si fuera cierto que ser calvo es igual a ser canalla, el 90% de los hombres chilenos lo serían. A partir de los 40 años (algunos antes) se inicia la caída del cabello. ¿Las causas? En un 95% son hereditarias. O sea, tendríamos que culpar a nuestros padres, a los que tanto amamos. Otro peligro científico: las canas aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, en el mundo de hoy abundan las explicaciones. Algunos estudios culpan al estrés, vinculado al desesperante estilo de vida que lleva la mayoría de las personas. Afirman que las tensiones pasan la cuenta, primero en las famosas "entradas" en la frente; luego, en la coronilla, para culminar en la calvicie total. Algunas investigaciones médicas culpan de la calvicie a los medicamentos anticoagulantes, antihipertensivos, anticoagulantes y también a que buscan tratar la diabetes. Otras plantean que la quimioterapia, muy empleada contra el cáncer, asegura la caída del pelo. Los ejemplos abundan.
En el plano de la salud mental también sostienen que las grandes penas, en particular los duelos por la partida de seres queridos, son las principales responsables. Otros, mirando el calendario, sostienen, con filosofía barata, que "son los años".
De todo esto sacan buen provecho numerosos laboratorios y médicos emprendedores. Los primeros aseguran ofrecer un medicamento poco menos que infalible para detener la caída o recuperar el pelo. Hasta publicitan sus bondades en TV, garantizan resultados en 90 días y, si ello no ocurre, devolución del dinero. Los facultativos de ciertos centros "especializados" no lo hacen mal: ofrecen desde implantes indoloros hasta la técnica del "colgajo". Esta última consiste en retirar piel con pelo de los costados de la cabeza e implantarla en el centro o en la coronilla. Lo cierto es que la calvicie tiene un lado divertido. Los que la sufren no tienen un pelo de tontos, no gastan en peineta, no pierden tiempo en secarse el pelo y no tienen que mirarse al espejo. Además, dato para los galanes, algunas mujeres encuentran atractivos a quienes la padecen.
Esta columna se escribió para no hablar del precio del pescado y de la confusión creciente de los chilenos entre semanas santa y semana del turismo.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.