Los chilenos somos aficionados no sólo a los feriados, sino también a ponerles apellido. Hace pocos años, a un astuto parlamentario se le ocurrió inventar los "feriados largos" y unió los situados a mediados de semana con los sábados y domingos. Luego, como la competencia de astucia no tiene fin, otro inventó los "feriados irrenunciables" (había nueve durante 2017 y pasaron a once, porque se suma el 01 enero, que fue lunes, y la jornada del censo de ayer). Sin embargo, en una nueva demostración de que la creatividad de los honorables no tiene límites, ahora inventaron el "feriado irrenunciable reforzado". Es decir, todo cerrado. Palabra clave: populismo. ¿Quién se atreve a oponerse a descansar? A propósito, el reciente irrenunciable de Semana Santa dejó 480 accidentes y 19 muertos.
La respuesta, como es natural, fue inmediata. Parte de la población se "enfermó" o pidió "días administrativos" y unió Semana Santa con el censo y así sumó una semana de descanso al año que vivimos, lo cual no es pecado. El pecado consistió en que el feriado del censo fue para que la gente permaneciera en sus casas e informara con precisión a un desconocido, sin credencial alguna, cuántas personas vivían allí, en qué condiciones, ingreso, condición de propietario, allegado, etcétera. ¿Correcta la suposición? Desde luego, los que se fueron a la playa o al campo no informaron a nadie, porque no estuvieron (pese a que se suponía que podían censarse o ser censados en cualquier parte). Incorrecta también porque cada censista emplearía un promedio de 20 a 30 minutos en llenar el cuestionario en forma manual. Con esto, el que tuvo la mala suerte de quedar para el final, tuvo que esperar entre seis y ocho horas para ser encuestado.
Concuerdo en que los censos son útiles. Pero hoy, cuando existe tecnología de última generación al alcance de todos, ¿por qué no se hizo el censo con medios informáticos? Algún inteligente responderá: "Es que no todos tienen computador o no saben manejar internet". Réplica: para ellos pudieron habilitarse locales privados, oficinas públicas, donde, de todas maneras, el trámite sería mucho más rápido…y seguro.
Pertenezco a la generación de cuando los censos se hacían en días hábiles. Y no pasaba nada. La gente era encuestada en su casa o en su lugar de trabajo. Y no pasaba nada. Ahora sí que pasó y dio paso al invento del feriado irrenunciable reforzado. Y todo fue precedido por una teleserie dramática, que hizo creer a muchos que del censo depende el destino del país: falta de encuestadores, capacitación, medios de transporte, colación, tiempo de entrevista, tipo de respuestas, etcétera.
A este paso, según una proyección no especializada, en menos tres décadas tendremos más feriados irrenunciables-reforzados que días laborales. Y no está demás precisar que el país está con gravísimos problemas económicos y cada feriado artificial tiene un costo de US $160 millones. Cuesta creerlo. Pero es verdad. Todo se resumen en un viejo dicho chileno: "Bueno es el cilantro, pero no tanto".
Raúl Rojas, Periodista y Académico.