Se estima que de aquí al año 2030 habrá que producir más comida que en los últimos 8 mil años y en condiciones complejas. El uso de agua se ha incrementado a una tasa que dobla la de crecimiento de la población en el mundo y hoy en día el 75% del agua dulce se destina a la agricultura y producción de alimentos. Además, la comunidad científica cree que al 2050 las precipitaciones habrán disminuido en un 20% en el mundo.
Pero, además del apremio que eso impone, se transforma en buen incentivo de rentabilidad. Si una empresa no toma en cuenta el factor medioambiental y los proyectos sustentables, no va a obtener la rentabilidad necesaria para salir adelante. De hecho, las empresas que se adapten a los cambios van a estar mejor preparadas para lo que se viene. Es un hecho que vamos a necesitar 50% más de agua y un 35% más de energía, como han dicho los expertos. Es relevante entonces considerar que los equipos de gestión, las gerencias, que toman en consideración el medio ambiente y los efectos que tiene el cambio climático, son más efectivas y tienen mejores cualidades que los que no consideran esos factores, y claramente tienen una visión mucho más amplia sobre cómo gestionar el negocio, cuáles son los riesgos que enfrentan y cómo manejarlos.
En Chile, si bien la tendencia es aún incipiente, cada vez capta más atención, se observa que el sector agrícola local ya ha comenzado a tomar prevenciones para hacerle frente, el factor de la sustentabilidad es algo que aún no está tan presente, pero que crece, porque distintas organizaciones que financian créditos, como el Banco Mundial y el BID, cada vez más están haciendo exigencias de ese orden, desde el uso de energías renovables, las relaciones con la comunidad, y el uso de fertilizantes que no afecten el medio ambiente.
Hay coincidencia en que los eventos climáticos, como las sequías, aluviones y lluvias intempestivas fuera de temporada que han ocurrido en los últimos años han permitido a punta de golpes crear cada vez más conciencia sobre el tema, tanto en el agro como en el resto de la economía.
El agro, a nivel global, es uno de los sectores más expuestos al cambio climático, que afecta e incluso destruye las producciones. Por ello, la tendencia es a buscar fórmulas para mitigar esos impactos, para que, en caso de que un cultivo se vea afectado, el agricultor pueda volver a producir en la siguiente temporada. Allí es donde aparece la opción creciente de seguros para estas situaciones. En Chile existen una serie de herramientas para afrontar tanto la incertidumbre productiva como el impacto que implica la inestabilidad del clima. Si el agricultor tiene que invertir hay que darle certezas y el clima es incertidumbre, para eso está el seguro, pero el estado debe incentivar a que el productor invierta en mitigar los riesgos, por ejemplo el uso de mejores semillas, de riego tecnificado o de techo para la plantación.
Frank Sauerbaum, Ingeniero Comercial-MBA.
Ex Diputado por Ñuble.