Tras la contundente votación del Senado, el pasado 12 de julio, ya se puede decir que Ñuble se convertirá en región, aun cuando resta que el Tribunal Constitucional se pronuncie respecto del proyecto antes de que pueda ser promulgado oficialmente por la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, el 20 de agosto próximo.
Mientras el proyecto comienza a dar por cerrada su tramitación legislativa, paralelamente ya hay distintas instancias que se encuentran trabajando con un horizonte de tiempo más amplio para ir sentando las bases para concretar lo más urgente, la Estrategia de Desarrollo Regional de Ñuble.
Este documento será la hoja de ruta de la nueva región décimosexta por los próximos 15 años y, por tanto, orientará a las nuevas autoridades en la priorización de los proyectos de inversión para el desarrollo de las tres provincias y sus 21 comunas, así como las políticas sociales del gobierno.
En los últimos dos años, a partir del 13 de agosto de 2015, ha sesionado al alero de la Gobernación de Ñuble una mesa técnica denominada "Nueva Región de Ñuble", integrada preferentemente por el mundo académico, empresarial y la coordinadora de la Zona de Rezago del Valle del Itata, que busca generar insumos que aporten a la estrategia regional. Por su parte, los consejeros regionales -que por lo demás son ya las primeras autoridades en ejercicio de la nueva región- también se encaminan a definir las prioridades futuras del territorio, aun cuando estas dos instancias no mantienen una coordinación formal.
De acuerdo a lo informado por el gobernador provincial, Álvaro Miguieles, los consejeros se incorporarían próximamente a las distintas comisiones que trabaja la mesa técnica, entre ellas Economía, Desarrollo Humano Integral, Conectividad, Territorio y Protección Animal, Cultura e Infraestructura.
La coordinación es fundamental para que este trabajo avance sin tropiezos y sin duplicar esfuerzos innecesarios, ante lo cual el rol de la Gobernación será clave. Ya existe un punto de partida, cual es la Estrategia de Desarrollo Regional del Bío Bío, que dejó abierto el espacio al desarrollo de Ñuble como región, pero será necesario incorporarle el valor local al documento base. Sin duda, estas instancias no contemplan una participación global de la realidad ñublensina y hay aquí un gran desafío por consensuar nuevos actores que aporten conocimientos y propuestas relevantes en los distintos aspectos del quehacer público-privado en pos de que la planificación futura aborde de manera integral las urgencias actuales de Ñuble y sus comunas.