En el estudio de la Opinión Pública existe un fenómeno que se puede ver y constatar en todo orden social donde la persona se desenvuelva: en nuestras propias familias, en el deporte, en una institución educativa, en el trabajo, en la política, y hasta en una comunidad de fe.
Consciente o inconscientemente cuando nos insertamos como parte de un grupo (formal o informalmente) opera en cada persona el deseo de evitar el "aislamiento", para no sentirse rechazado por los otros. O se comparte públicamente una convicción aceptada aparentemente de modo universal, o se permanece en "silencio" como segunda mejor opción para seguir siendo tolerado por los demás. Aquí es donde el silencio se interpreta como "conformidad".
Desde hace un tiempo, no sólo en la vida social, política o religiosa, sino que en todo ámbito, nos estamos acostumbrado a que cuando participamos o nos negamos a participar aflora en nosotros este "silencio que otorga", frente a lo que algunos pocos comienzan a "proclamar" con más fuerza.
El fenómeno se constata cuando este "silencio" comienza a crecer como un espiral y la opinión expresada con fuerza por una minoría se podría convertir en una opinión generalizada o una norma para la mayoría. Como consecuencia de esto, no es de extrañar que en nuestras sociedades actuales muchas minorías hoy en día tengan tanta cabida en nuestra normativa legal, o que muchas de las leyes nuevas no son aprobadas por la opinión de muchos, aunque nos hagan creer que sí.
¿Qué nos ha ocurrido que no hemos sido capaces de "hablar más claro" o más fuerte ante la injusticia o ante la defensa de los principios que son parte esencial de nuestra sociedad chilena? Cuando otros han venido a imponer ideas nuevas, hemos sido nosotros mismos quienes las hemos alimentado con nuestro silencio.
En muchos hoy ronda un suspiro de tristeza, ya que en nuestra propia patria el silencio se está haciendo más ruidoso de lo que nos imaginábamos. Como desafío futuro se nos vienen las elecciones presidenciales y parlamentarias, no dejemos por tanto que algunos pocos decidan por el futuro de nuestro país, y volquemos nuestras inquietudes y desencantos en una acción concreta que se llama "participación", y en donde el silencio se hace "voz" por medio de nuestro voto.
Pbro. Héctor Aranda Mella Licenciado en Comunicación Social Institucional. Obispado de Chillán