H. Maturana: "Tenemos que querer encontrarnos"
CONFERENCIA. El Premio Nacional de Ciencias Naturales visitó Chillán y dio un baño de humildad a los asistentes, entrelazando nociones de biología molecular con humanismo . "El educar es una transformación de la propia mente", dijo.
Sobre el escenario de la Gran Sala del Teatro Municipal un hombre delgado y cano aparece con una parsimonia mitad levedad mitad experiencia. Es el biólogo Humberto Maturana, de 89 años. Más de un millar de personas lo aplaude a radiar. Él mira, camina, se posa y lanza: "Qué lindos aplausos, pero no son más que expectativas que aún no sabemos si se cumplirán".
Invitado por las áreas Académica y de Vinculación con el Medio de Inacap sede Chillán, el epistemólogo ofreció la conferencia titulada "Amar-Educa: Hacia una educación post moderna en comunidades educativas". Se le vio con una lucidez vital, incluso para responder preguntas a algunos asistentes.
"El educar es una transformación de la propia mente. La educación, por tanto, es una transformación de la convivencia, requiere de una convivencia. Pero no una situación de encuentro forzado sino que de amar, de respeto. Tenemos que querer encontrarnos", explicó Maturana. "Para encontrarnos, antes tenemos que vernos. Eso es amar, ver. El amar tiene que ver con la disposición a dejar la aparición del otro en su legitimidad", agregó.
Apoyado con una pizarra, el académico de la Universidad de Chile trazó dibujos para explicar parte de sus descubrimientos en materia científica. "El vivir es la continua producción de sí mismo", aseguró al tiempo que estableció en 3.800 millones de años la historia de los seres vivos. Del sistema autopoiético molecular -uno de sus mayores aportes al campo de la investigación biológica del conocimiento- dijo que él sólo se encargó de asignarle una palabra griega.
"El lenguaje surge de la historia evolutiva que nos da origen a los seres humanos como un modo de convivir, en coordinaciones de lo que sentimos y hacemos", fue su resumen respecto al sistema que diferencia a las personas de los animales. "La diferencia con ellos es que nosotros podemos hablar de estas cosas", añadió.
Maturana reflexionó, también, acerca del "nicho ecológico", que, en sus apreciaciones, es el ámbito en el que los seres humanos se reconocen como tal, y al mismo tiempo le dan forma, existencia.
"Todos somos inteligentes de igual manera, a no ser que padezcamos de alguna enfermedad o traumatismo. La inteligencia no es más que el sistema que se desarrolla a sí mismo puesto en un medio que asimila y puede tener dominio en él. Los niños necesitan ser vistos y escuchados, eso lo emparentan con el cariño", fue otro de los aprendizajes que dejó el doctor de Harvard hacia el final de su conversación. Como al inicio, despedida con aplausos fervorosos.