No puedo negar que me encantó una columna del doctor Héctor Ducci, en "El Mercurio", en la cual demandó una mejor actitud de los médicos frente a los pacientes. Directamente, pidió que terminen las largas esperas para acceder a una consulta. También que se informe a las personas si hay demoras y que se les llame por su nombre. Exigió calidad técnica, respeto, empatía y transparencia, cortesía y comunicación expedita.
Sin duda, el profesor Ducci fue "directo al nervio", para usar una expresión odontológica. Conozco a muy pocas personas que declaren satisfacción por la calidad de la atención médica que recibe hoy, donde, en la mayoría de los casos, priman la insensibilidad y no entender que se está frente a personas que tienen problemas, que sufren. Son seres humanos que esperan mucho más de 15 apretados minutos de atención, durante los cuales buena parte de los facultativos miran su notebook, dan muestras de impaciencia, no controlan el tono de su voz y fallan a la hora de mostrarse acogedores.
El autor de esta columna ha tenido un envejecimiento exitoso, pero, salvo las honrosas excepciones de siempre, también ha debido padecer todas las fallas mencionadas: "El doctor está atrasado", "Viene en camino", "Llega luego, pero tiene otros pacientes", etcétera. En una ocasión, un facultativo me trató de "compadre" y debí recordarle que debía decirme "señor" y que no éramos compadres, ni mucho menos. Se ofendió. En otra ocasión, me encontré con un viejo compañero de artes marciales, quien me dijo derechamente que ahora debía tratarlo de "doctor" y que ya no estábamos en el dojo. En síntesis, abundan los galenos que se autoendiosan y creen que el delantal blanco los hace superiores al prójimo.
Ni hablar de los problemas de "examinitis" que sufren muchos. No diagnostican ni expresan certidumbre de nada. Después de una mirada superficial, ordenan una batería de exámenes y una segunda consulta, pagada, por supuesto. Otro de sus recursos más utilizados es hablar de un "virus" o una "alergia", que obviamente también requieren laboratorio e imagenología. Y en relación con el diagnóstico, ¿por qué poco se cumple la obligación de prescribir genéricos, y no remedios costosos? Como diría Bombo Fica, "sospechosa la cuestión", ¿verdad? Ahora, un grupo de médicos anuncia la creación de un "app" para atender a sus pacientes, recordarles la hora en que deben ingerir sus fármacos y otros detalles. ¿Y por qué no crean una aplicación que mejore la calidad humana de las atenciones?
Nunca es bueno estar enfermo. Pero es peor sufrir algún mal y, como valor agregado, recibir una mala y costosa atención médica. Existen facultativos excepcionales, de gran calidad profesional y humana. Trabajan en silencio. Respetan a la gente. No atienden pacientes, sino personas.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.