Destrucción y robos terminan para siempre con tradicional restaurant
CHILLÁN. En menos de un mes, delincuentes desvalijaron "La Casa de la Cultura", ubicado en Av. Brasil. Dueños decidieron bajar las cortinas luego de más de 70 años de funcionamiento.
Tristeza, impotencia y desazón son parte de los sentimientos que embargan a los miembros de la familia Fernández Concha, ya que a la luz de los hechos han tenido que tomar una dolorosa decisión: cerrar definitivamente las cortinas del restaurant "La Casa de la Cultura". Lo anterior, luego que en poco más de un mes, delincuentes desvalijaran el local ubicado en Avenida Brasil, al lado del ex terminal de buses Línea Azul.
"Tengo mucha pena y rabia, porque este restaurant no merecía el final que está teniendo. Los delincuentes hicieron de las suyas y se llevaron un sinfín de cosas, que no les costaron ni tampoco significaban nada para ellos desde el punto de vista sentimental y del recuerdo. Mis padres eran comerciantes sacrificados y comenzaron con este negocio. Fruto de este trabajo nos dieron educación a los tres hermanos, la que nos permitió enfrentar la vida de una buena manera", recordó Julio Fernández, uno de los propietarios del lugar.
Tradicional lugar
La "Casa de la Cultura" fue un emprendimiento familiar, iniciado por Alejandro Fernández y Julia Concha. "Desde un principio fue un punto de encuentro de distintos estamentos sociales de la ciudad. Comenzó como una picada en la que se ofrecían pescados y mariscos, los que traía el ferrocarril proveniente de la zona de Concepción. Venían profesores, funcionarios bancarios y ferrocarrileros. Funcionaba todos los días desde las 8 de la mañana a las 21 horas, caracterizándose por tener un muy buen ambiente", detalló emocionado Julio Fernández.
Con los años, la administración del local fue cambiando. "Primero, la encargada fue mi madre y tras su enfermedad pasó a manos de mi hermana. Cuando ésta falleció, con mi hermano decidimos hacer de esto un restaurant de tipo familiar, que tuvo una muy buena acogida -entre la década del '90 y 2000- y desde esa época hasta el 2009 me hice cargo yo, para luego arrendarlo hasta finales del 2016", precisó Julio Fernández.
Golpe de gracia
Si bien el local desde comienzos del 2017 estuvo sin funcionar, fue hasta hace aproximadamente un mes y medio cuando comenzó la pesadilla para los Fernández Concha. Entraron dos veces, la primera ocasión hace un mes y medio, y la última hace alrededor de dos semanas.
"Estaba totalmente equipado. Sacaron por completo una ventana grande de aluminio por donde entraron y se llevaron mesas, sillas, un cooler, un refrigerador, un lavaplatos, un lavacopas, calefón, calefactor a gas de pared y apliqués. En total, más de $2 millones en pérdidas y en lo que corresponde a la casa habitación, un poco menos. Si bien no habían muebles, pero sí instalaciones del agua y calefón, más otros elementos", enfatizó Fernández.
Luego de sufrir los robos, los afectados hicieron las respectivas denuncias en Carabineros, no teniendo novedades hasta el momento. "Solo nos han aconsejado que desarmemos y eso es lo que pretendemos hacer, para vender esta propiedad y que cada uno busque nuevos horizontes. Había analizado la posibilidad de volver a arrendar, pero con esto no queda más salida cerrar las cortinas definitivamente", sentenció Julio Fernández.
Amparados en la oscuridad
Julio Fernández recordó que a lo largo de los más de 70 años de funcionamiento del restaurant nunca habían tenido problemas de delincuencia. Sin embargo, a su juicio, la mala experiencia que vivieron es atribuible en parte a los trabajos que se ejecutan en el sector. "Nos han perjudicado las obras del colector de aguas que se está haciendo. Desde que pusieron esa malla protectora no hay ninguna visión desde el frente del terminal de buses hacia acá, por lo que en la noche pueden hacer lo que quieran amparados en la oscuridad", lamentó.