Una de las características de la idiosincrasia chilena es que siempre andamos busca lo que en lenguaje coloquial se llama "la trampita". Lo hacemos en la vida personal, familiar, política, deportiva y, sobre todo en los tiempos actuales, en la vida comercial.
Cuando empezó el tema de las bolsas plásticas, todos asumieron rápidamente la trampita de mostrarse como defensores del medio ambiente, en el buen entendido de que eso rentaría dividendos de imagen. Así aparecieron palabras que antes eran ajenas a nuestro lenguaje: ambientalistas, ecologistas, sustentabilidad, etcétera. No importa fumen como carretoneros y contaminen con toda clase de productos. No faltaron los que practicaron otra trampita: formar una ONG, a fin de conseguir recursos, dirigidos más al bolsillo propio que a defender el entorno ambiental.
Fue suficiente una buena nota en televisión para que todo el mundo expresara comprensión en torno al uso de las bolsas plásticas. Desde luego, políticos avispados captaron el mensaje y se apresuraron a impulsar un proyecto de ley para prohibirlas. Ahí se produjo otra trampita. Quedaron con buena imagen. Prohibir es fácil. Lo difícil es solucionar el problema que se provoca.
Y ahí está el tema. Ahora, los "ambientalistas" de los grandes establecimientos comerciales sacaron las garras con la trampita que tenían escondida. "Casualmente" se les ocurrió que venderán bolsas "amigables con el medio ambiente" en sus propios establecimientos. Según se ha sabido, tendrán un costo promedio de $ 690 cada una. También por casualidad llevarán el nombre del negocio. Es decir, los consumidores les harán publicidad gratis. Y eso no es todo. Para no perder, durante un tiempo continuarán entregando bolsas plásticas, hasta agotar stock. Sin duda, su preocupación por la biodegradabilidad no llega hasta el extremo de provocarles pérdidas. ¿Y quién piensa en el bolsillo de la gente? ¿Será 690 el costo de una bolsa? Difícil creerlo, porque los oferentes las comprarán al por mayor y la venderán al por menor a los inocentes consumidores.
¿Se ha fijado el lector que todos se han preocupado de las bolsas del comercio, y nadie ha mencionado las inmensas y útiles bolsas negras de la basura? ¿Acaso no son de plástico también? ¿La basura se botará suelta, igual que antes?
También llama la atención, y creo que es parte de la trampita, que la mayoría de las autoridades y el comercio han ignorado el logro de jóvenes innovadores chilenos, que inventaron una bolsa plástica reutilizable que, en última instancia se disuelve en el agua. Tal vez no les atraiga porque no producirá tantas ganancias. Pero usarla masivamente significaría alivio para el presupuesto familiar. Como ahora todo el mundo cuida el medio ambiente, precisamos que esta columna no será impresa en papel carta. Todo se manejará vía informática.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.