Entusiasma la idea de aplicar la inteligencia artificial a la medicina, específicamente en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Se está utilizando en Perú, y próximamente podría llegar a Chile. En términos simples, consiste en la aplicación de un software con reconocimiento de voz, que elabora y almacena la ficha del paciente. Durante la consulta, coteja y hasta sugiere diagnóstico y terapias. Importante: no se trata de reemplazar al facultativo, sino de aprovechar mejor el tiempo y hacer más eficiente su accionar. Por ejemplo, terminarán las clásicas preguntas sobre peso, edad, hipertensión, diabetes, problemas cardíacos, cáncer en la familia, intervenciones quirúrgicas y otras, porque todo estará en el documento correspondiente, almacenado en la carpeta de cada paciente. Asimismo, otras interrogantes tradicionales sobre alergias, autovalencia, etcétera.
Es factible aguardar que la informática permita a los médicos dedicar más tiempo a las personas, y no al notebook, como ocurre en muchos casos en la actualidad. Asimismo, que, al no perder tiempo en tomar notas, puedan realizar diagnósticos más precisos. Además, que pongan fin a la práctica de pedir múltiples y costosos exámenes y, cuando no saben de qué se trata, indicar que "es posible que sea un virus, esperemos la evolución".
Constituye un sueño, pero ojalá la inteligencia artificial permita prescribir fármacos menos costosos y más genéricos y bioequivalentes. Sabido es que numerosos galenos no vacilan hoy a la hora de ordenar costosísimos medicamentos, sin que les importen los recursos económicos del paciente.
Otro sueño, más bien una aspiración, es que el avance tecnológico ponga fin a los prejuicios que muchos médicos tienen en relación con los adultos mayores. El autor de esta nota tiene 79 años y no es aficionado ni siquiera al control preventivo gratuito. Está aburrido de escuchar preguntas que lindan lo infantil: "¿Es usted capaz de bañarse solo?", "¿Se desorienta en la calle?", "¿Qué fecha es hoy?", "¿Cuánto es 9 x 7?" Tienen que dejar de creer que todos los viejos son dependientes o débiles mentales. Los medios de comunicación informan hoy todos los días sobre miles de chilenos que, no sólo están viviendo más, sino también mejor. Es los que se llama envejecimiento exitoso.
En síntesis, bienvenido el programa informático, en la esperanza de que sea un aporte para mejorar la calidad, oportunidad y sentido humano que se echa de menos en la medicina. Quedarán pendientes muchos temas, como un programa capaz de terminar con las listas de espera, mejorar la atención en los consultorios y reducir, en la medida de lo posible, el concepto de que la medicina es un muy buen negocio. Naturalmente, esto lo digo con la excepción de los buenos médicos que entienden que su misión la conforman la salud y la vida, y no la billetera
Raúl Rojas, Periodista y Académico.