Hablar de inteligencia artificial está de moda. Algunos la esperan con expectación y proclaman "una nueva era en la vida del hombre". Otros la aguardan con recelo, y hasta con temor, por el momento en que la tecnología, sobre todo a través de la robótica, asuma el control de la existencia humana. Sin embargo, pese a los avances, aún queda mucho por hacer.
El científico indio Subbarao Kambhampati, profesor de la Universidad de Arizona, dictó una conferencia sobre el tema, en el Centro de Extensión de la UC en Santiago. Cuando planteaba que uno de los desafíos de la inteligencia artificial es desarrollar el sentido común en las máquinas, se cortó la luz. El sabio aprovechó el episodio para reforzar su idea y señalar que a la tecnología informática le falta mucho todavía para controlar la situación.
Por muy modernista que uno pretenda ser, resulta difícil no concordar con los postulados del catedrático. El sentido común, entendido como el orden natural y lógico de las cosas, sensatez, tampoco abunda entre los seres humanos. Y como la inteligencia artificial es producto de las personas, no se puede pedir a las máquinas que actúen conforme sus postulados. Comienzan a plantearse situaciones delicadas, que incluso bordean la ética y la moral, que incluyen principios y valores. Por ejemplo, la robótica aplicada en la medicina es fantástica. Pero, cuando se produzca una falla que derive en muerte u otras consecuencias, ¿quién responderá?, cuándo haya que tomar decisiones de vida o muerte, ¿quién las adoptará?
Lo mismo ocurre en el caso de los abogados. En Estados Unidos existen más de 60 programas jurídicos. En Chile, algunos. ¿Cuál es la gracia? Que resuelven en segundos lo que un letrado puede demorar semanas. Es obvio que también se pueden originar múltiples problemas, sobre todo en el tema de los honorarios, porque bajarían notablemente lo que llaman "las costas del juicio" y los pagos se harían más accesibles para la población
El episodio del corte de la luz y lo que está ocurriendo en la medicina y la abogacía demuestra que aún hay mucho del antiguo paño que cortar. Sería bueno reconocer que la inteligencia artificial, todavía, es más artificial que inteligente, porque se trata de un producto creado por el hombre. Y lo que necesita es más humanidad. Esto implica mucho más que robótica y algoritmos. Demanda conocimientos, sensatez, tino, capacidad de decisión. Tal vez, menos conexiones y mayor dimensión humana.
Preocupaciones similares aparecen cuando se informa que ya hay robots que reemplazan a los garzones, a los conductores de noticias de TV y otros que hacen las tareas del hogar.
Raúl Rojas, Periodista, Académico y Escritor.