Chillán, ciudad turística, deportiva y cultural. Dicho rótulo puede ser ratificado o descartado absolutamente consultando a sus protagonistas. Se han hecho inversiones en materia deportiva, de seguro que falta, pero la intención existe, mientras que en turismo, cabe destacar que Chillán es principalmente una ciudad de paso.
Enfocándose netamente en lo cultural, pueden aparecer algunas dudas. En la administración del alcalde Sergio Zarzar se concretó la total remodelación del Teatro Municipal, un espacio que está lejos de ser un elefante blanco y que todas las semanas ofrece espectáculos para adultos, jóvenes y niños, pero la deuda como ciudad está en la gestión.
Y no se hace referencia en la gestión para la cultura de las artes pictóricas, el teatro o lo que muchos pueden entender como "cultura dura", pero qué pasa con aquellos jóvenes que carecen de espacios para dar rienda suelta a su música.
Les puede gustar o no el rap, trap, ritmos urbanos, rock u otras más ligadas a la vida bohemia y a la supuesta ausencia de reglas, pero son expresiones respetables y que entregan un mensaje social que es la base de la cultura.
Los músicos chillanejos claman por un escenario habitual en lugares establecidos los cuales han ido cerrando sus puertas y con ello se baja el telón para quienes los utilizaban y ante lo cual surgen las redes sociales que son una herramienta válida para dar a conocer su talento, pero que a la vez no les permite la real interacción con el público y el aplauso que es parte del pago para los artistas.
Ante la anemia de escenarios hay que apelar a la gestión, no a la autogestión, de quienes mueven los hilos de la cultura a nivel local, entiéndase las respectivas unidades municipales y las autoridades gubernamentales del área. Festivales, encuentros, recitales coordinados sería una alternativa.
La cultura no es sólo exposiciones de pinturas, literatura, conciertos y danzas modernas. También son aquellas más masivas en las cuales los artistas sufren por encontrar un piso y un micrófono para entregar su mensaje.