Hace exactamente 9 años, el 27 de Febrero de 2010, la furia de la naturaleza nos volvía a remecer en nuestra fragilidad humana con un terremoto de 8,8º Richter, que tuvo su epicentro frente a las costas de Cobquecura, en la hoy Región de Ñuble. Considerado uno de los más destructivos de la historia presente, cobró la vida de unas 150 personas en todo el territorio y ocasionó daños severos a la infraestructura pública, vial, de viviendas e interrumpió servicios básicos.
Han transcurrido nueve años y nuestro país, sus ciudades y su gente han logrado reconstruir con éxito aquellas estructuras que cedieron al movimiento telúrico. Chillán, en particular, resistió gracias a haber sabido aprender de experiencias aún más traumáticas como la de 1939. La estructura pública se levantó en tiempo récord y las viviendas para aquellos que las perdieron, están prácticamente entregadas en su totalidad.
Sin embargo, no podemos dar por concluido todo el proceso, pues aun quedan deudas pendientes con el patrimonio histórico y arquitectónico que no pueden desvanecerse solamente con el paso del tiempo. Es el caso de la iglesia de Los Carmelitas, cuya recuperación sigue en compás de espera luego que se lograra un primer gran paso, su declaración como Monumento Histórico Nacional. Paralelamente a las obras del nuevo Hospital de Ñuble, se espera que avance también la recuperación de la Parroquia San Juan de Dios de Chillán.
En el ámbito educacional, los alumnos del Liceo Industrial de Chillán tienen poco y nada que conmemorar este 27-F, fecha en que cumplirán prácticamente nueve años estudiando en containers modulares que inicialmente se implementaron como una solución temporal y de emergencia, la que sin embargo se fue haciendo permanente para varias generaciones de egresados. En octubre de 2018 un grupo de alumnos se tomó las dependencias por la falta de respuestas y el pasado 31 de enero el senador Felipe Harboe pidió asegurar recursos por $14 mil millones para su recuperación, luego que en abril finalicen los estudios de diseño de la obra.
También en Chillán, el recinto del exGrupo Escolar sufrió su destrucción total. Desde entonces se ha convertido en un sitio eriazo sin un destino claro, mientras que el municipio ha rechazado propuestas para construir un jardín infantil para absorber la creciente demanda o venderlo para fines comerciales. Su fin es hoy tan incierto como hace nueve años, un lujo que no puede darse una región que requiere espacios para crecer. Parte de la tarea de reconstrucción está superada y a partir de hoy, con el lanzamiento del Plan de Desarrollo para la Región de Ñuble, hay optimismo que una nueva etapa se inicia, con el compromiso de todos.