La información sorprendió a muchos: David Whitlock, cofundador de una compañía farmacéutica británica, reconoció que lleva 15 años sin ducharse. Durante ese tiempo, sólo ha lavado, de vez en cuando, las partes más necesarias. En respaldo de su hábito, sostuvo que no tiene ningún mal olor corporal (por lo menos eso piensa él). También cree que el jabón daña porque elimina los agentes protectores de la piel. Sostiene que no darse un baño diario contribuye al ahorro de agua. ¡Gracias a este salvador de la humanidad!
Su información parece novedosa. Pero no lo es. Un estudio internacional comprobó que sólo el 57 por ciento de los franceses se baña diariamente. El columnista firmante ha estado en Francia en dos oportunidades y puede dar fe de que eso permite entender por qué inventaron los perfumes. Los españoles se bañan seis veces a la semana. Al parecer, son muy creyentes y descansan el séptimo día. Los británicos dedican sólo cinco días semanales a la ducha. Los alemanes son los que más recurren al jabón: consumen 1.300 gramos al mes. Los chinos y japoneses son los menos aficionados al baño en el mundo. Según reconocen, recurren a cinco "lavados" a la semana. India es el país cuyos habitantes menos recurren al champú.
La historia de la ducha se remonta a los tiempos de la antigua Grecia, cuya población incluso contaba con casas de baños públicos. En el mismo período se situaban los romanos que, a falta de mayor quehacer, se daban baños y duchas casi todos los días. Los egipcios no lo hacían mal. Claro que eran más perezosos: ordenaban a sus sirvientes que los bañaran. Como no había agua de cañería, estos debían acarrear grandes vasijas y baldes madera con agua tibia, a fin de que los señores y señoras estuvieran de lo más límpidos que hay.
Lo más parecido a la ducha de hoy apareció en Gran Bretaña, en un período denominado "Regencia inglesa", a partir del año 1810. Cuatro décadas más tarde, fue perfeccionada y conectada directamente a las cañerías.
En Santiago, hasta la década de los años 50', el siglo pasado, existían baños públicos, donde uno quedaba de lo más limpio a cambio del pago de una modesta suma de dinero.
En el mundo moderno no existen pretextos para no bañarse diariamente. Existen quienes señalan que se desgasta la piel. Falso: el tema está en un buen jabón. El tema debe ir acorde con la realidad. De allí que en Chile, en tiempos de mega sequía, como los que vivimos, parece aceptable la campaña "Ducha en tres", eslogan que invita a bañarse en tres minutos y no desperdiciar agua ni electricidad. Y esta columna, que no tiene nada que ver con USA, la URSS, China, etcétera, termina. Su autor debe ir urgentemente a ducharse, requisito indispensable para no ofender el olfato de sus colegas de oficina o a los peatones en el transporte público.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.