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A 40 años del Golpe Militar

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Hoy recordamos los 40 años del golpe de Estado, un momento doloroso de la historia chilena cuyas heridas no han terminado de cicatrizar, y que todavía nos divide como chilenos.

Los reportajes periodísticos, que han abundado en estos días en los medios de comunicación, nos han presentado los hechos que precedieron y acompañaron el 11 de septiembre. Con más o menos objetividad, los trabajos periodísticos nos han vuelto a hacer sentir el dolor, la tensión y, ciertamente también, el odio que ha minado nuestras almas y dividido a la patria antes, durante y después del golpe. Al parecer, los apetitos políticos de una campaña presidencial, no han logrado encontrar el equilibrio que conduce a la verdad, la justicia y el perdón; dejando en el tintero el arduo trabajo en beneficio de la pacífica restauración democrática realizado hasta la fecha con tanta generosidad de muchos.

La mayoría de los chilenos lamentamos sinceramente que se haya abandonado el diálogo razonable como último recurso, lo que trajo posteriormente la sucesiva violencia que signó una época dejando una sangrienta huella en muchas familias, a las que les cuesta perdonar y abrirse al presente con la esperanza de que nunca más en Chile vuelva a suceder algo tan desgarrador. Desde el restablecimiento de la democracia se han dado pasos importantes hacia la sanación total de las profundas heridas. No son muchas las naciones que, habiendo sufrido trastornos tan profundos en su historia, hayan avanzado en la reconciliación como Chile lo hace.

Esta conmemoración nos debería recordar la necesidad de seguir haciendo nuevos y genuinos esfuerzos de magnanimidad y generosidad, también de arrepentimiento y de perdón para que la misericordia de Cristo habite en nuestro corazón y nos traiga la paz definitiva, que se construye sobre la justicia y la verdad. Así seremos testigos del milagro posible: la reconciliación definitiva y la sanación de las heridas del alma de Chile.

Partidarios al régimen apelan a reconciliación de chilenos

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Son cuatro décadas que, sin duda, no han pasado en vano para el país. El Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 se quedó en la memoria del país como una cicatriz de difícil curación. Es así como, a pesar del tiempo transcurrido y las historias que conforme al paso de los años se develan del gobierno militar, los personeros de las bancadas de la Alianza por Chile coinciden en que este episodio no se debe repetir, como señal de madurez nacional y cívica.

En primer término, la instalación del régimen militar que puso fin de manera drástica al gobierno que encabezaba la Unidad Popular en la persona de Salvador Allende, deja para los miembros de la derecha chilena la satisfacción de un ordenamiento del país, con los consiguientes costos que ello implicó en su desarrollo.

La base de la evolución que ha alcanzado el país en las últimas décadas se grafica, para los militantes de derecha, en las iniciativas que se desarrollaron durante el régimen militar.

Esto, bajo la visión del exsenador de la Unión Demócrata Independiente, Mario Ríos, fue clave para la situación beneficiosa que protagoniza el país en el ránking mundial en torno a las expectativas de vida, que lo sitúan en el lugar 14°.

Los actos que protagonizó la Junta Militar a contar de 1973 y hasta el plebiscito del 5 de octubre de 1988, abrieron un paréntesis que aún estremece los recuerdos y las emociones de cada una de las víctimas que padecieron torturas, detenciones y muertes.

Éste es el umbral por el que cruza el mea culpa que en la mayoría de los militantes de la Alianza por Chile invita a un crecimiento sin rencor.

Principalmente en las nuevas generaciones de políticos, esta experiencia es un precedente que no les enorgullece, pero que respalda sus ideologías para un desarrollo futuro de la educación del país. Por lo mismo, la firme consecuencia entre las ideas de progreso y el perdón por los daños cometidos, es el ancla de la nueva camada de políticos que emprenden el desafío de no mirar hacia atrás, sino sólo para no tropezar con la misma piedra.

Mario Ríos Santander fue senador de Renovación Nacional (RN) por la circunscripción Octava Cordillera durante dos períodos seguidos, entre 1990 y 2006. Aunque hoy está alejado de la política, alude al período histórico que hoy se conmemora. "Lo que falta para la reconciliación definitiva del país es la fortaleza de todos los chilenos de mirar hacia adelante. Estoy convencido de que el futuro de Chile es inmensamente más importante que su pasado", enfatizó.

Senador en ejercicio desde 2006 por la UDI, el líder de la bancada oficialista fortalece la opción de dar vuelta la página, con el dolor que ello implica entre cada uno de los chilenos, que vivieron en una u otra cara de la moneda este suceso. "La justicia ha actuado, por lo tanto están todas las condiciones para que el 11 de septiembre de 1973 sea una fecha histórica que nos recuerde que el progreso del país depende de nuestra capacidad de respetar las instituciones", indicó.

Rosauro Martínez fue el último alcalde designado en Chillán durante el gobierno Militar. Después de esa labor ocupa un escaño en la Cámara de Diputados por el distrito 41. Aunque recuerda el 11 de septiembre de 1973 como un momento en que la institucionalidad democrática fue sobrepasada, siembra esperanzas de fraternidad. "Es responsabilidad de todos y esa experiencia trágica debe comprometernos a que nunca más llegaremos a esos extremos", sostuvo.

La fundación Pinochet es liderada en Chillán por Eugenia Aguilar, férrea defensora y admiradora de general que encabezó el régimen militar desde 1973 hasta 1990. Incluso lo visitó mientras estuvo prisionero en Londres. Inglaterra. La conmemoración de esta fecha es para la líder una ocasión para recordar los méritos que tuvo, más allá de los errores. "La izquierda siempre ha usado el odio, la mentira y la venganza, pero el perdón es algo íntimo de cada uno", dijo.

Renán Cabezas es militante de RN y actualmente es uno de los referentes de la nueva generación de políticos. Con planes de dedicarse por entero a esta labor, el joven de 25 años aboga por la consolidación de la fortaleza del país, en desmedro de los rencores. "Creo que el principal aprendizaje que nos ha dejado todo esto es la tolerancia. En la polarización del país, faltó comprensión de ambas bancadas y ahora nos tiene que hacer más grandes como sociedad", recalcó.